En su edición de mayo del año en curso, la revista Nexos trae una versión editada de las participaciones que periodistas y académicos invitados tuvieron en cinco mesas de deliberación, realizadas en el marco de la FIL de Guadalajara, en noviembre de 2024. El tema —por demás atractivo— de ese foro fue: “México: Las cinco oportunidades perdidas”.
Esas cinco oportunidades perdidas se hacen consistir en las siguientes: “1. El desenlace trágico del movimiento del 68. 2. La promesa de la abundancia petrolera que se disolvió en la crisis de 1982. 3. La promesa de la modernización salinista. 4. El proceso de transición que desembocó en un regreso autoritario a partir de 2018. 5. La llamada Cuarta Transformación que verificó ese retroceso y le dio rango constitucional”.
Explica el director de la revista, Héctor Aguilar Camín, el sentido y alcance de dicho foro, así: “En el último medio siglo, México ha perdido al menos cinco oportunidades de volverse un país moderno. ¿Qué quiere decir un país moderno?” El mismo Aguilar Camín responde qué significa: “Tres cosas: un país próspero en su economía, equitativo en su sociedad y democrático en su vida política”.
Participaron en ese foro escritores y politólogos de la talla de María Amparo Casar, Denise Dresser, Jorge Castañeda, José Woldenberg, Jesús Silva Herzog Márquez, Gilberto Guevara Niebla y el mismo Aguilar Camín, entre otros.
La revista anuncia que en su número de junio “echaremos un ojo —dice— al reverso de la moneda: los desafíos del futuro que avanzan hacia nosotros, que son ya nuestro presente, y no estamos atrapando, sino dejando ir”.
Imposible hacer aquí una referencia, así sea mínima, de las opiniones y deliberaciones hechas por los participantes en ese foro en torno a cada una de las cinco mencionadas “oportunidades” para México. De entrada, ¿cómo puede ser posible definir como oportunidad para el país, por ejemplo, la serie de acontecimientos que tuvieron “el desenlace trágico del movimiento del 68”, según se enuncia la primera llamada oportunidad?
¿O cómo puede ser oportunidad la quinta, que se plantea como la confirmación del retroceso autoritario, atribuido a la llamada Cuarta Transformación? En todo caso, procedería dar un contenido o significado diferente a lo que ordinariamente se entiende como oportunidad, en el caso para “lograr un país próspero en su economía, equitativo en su sociedad y democrático en su vida política”.
Sin embargo, ante lo extenso de la versión editada de dicho foro, a manera de viñetas, bien vale la pena transcribir un par de pasajes:
El primero es de Gilberto Guevara Niebla, quien expuso: “El 68 educó políticamente al país, pero en el sentido negativo, no en el democrático: lo radicalizó. La izquierda que capitalizó todo ese descontento fue una izquierda radical y por eso pasó lo que pasó, por eso el populismo, entre otras cosas. El populismo no es un invento de López Obrador; es de una izquierda rabiosa, resentida, irracional. En todo ese periodo no hubo racionalidad ni sensatez ni prudencia ni partidos políticos, nada de eso: hubo lo que hubo, una revolución silenciosa que monopolizó López Obrador”.
Y el otro, de Jesús Silva Herzog Márquez: “Les faltó —dice— audacia a los liderazgos de la transición. Lo que me parece más delicado en términos de la discusión contemporánea es que entramos con malas ideas al proceso: con una visión terriblemente simplista del cambio político en el país, una noción estrictamente electoral sin preocuparnos seriamente por la ubicación del poder en el ámbito local y legislativo”.
Elección
Este domingo se llevará a cabo la llamada elección judicial. Se ha dicho que es una farsa. Es algo peor: una tragedia. Su dimensión y alcance son por ahora difíciles de precisar. En perspectiva histórica, si su vigencia se prolonga más de un lustro, sus daños sólo serán comparables, quizá, a los que en 1848 causó a la nación el Tratado de Guadalupe Hidalgo. Sí, del que se derivó la pérdida de la mitad del territorio nacional. Así de graves y demoledores serán.