Por Ramón Basanta, director de ATCO Energía .
El futuro del sector eléctrico en nuestro país es ahora más que nunca un tema primordial en la agenda pública. México ha sido capaz de navegar satisfactoriamente en un complejo ecosistema, creando un mercado energético desregularizado, logrando la gasificación de la matriz energética a través del desarrollo de infraestructura para el aprovechamiento del gas natural de bajo costo de nuestro vecino, además de la incorporación de una capacidad significativa de activos renovables. Adicionalmente, México desarrolló agencias reguladoras robustas, compañías operadoras independientes en los mercados de electricidad y gas natural, mecanismos y metodologías para captar inversión, entre muchos otros logros.
En este momento coyuntural en la vida política mexicana, previo al lanzamiento del plan estratégico de energía del nuevo gobierno, es necesario añadir a la reflexión un factor fundamental como es la red de transmisión y distribución. La infraestructura de transmisión no tiene sustituto, no existen diferentes opciones, caminos o tecnologías, es simplemente una necesidad que trasciende a las corrientes políticas, a la dinámica de mercado o a los ciclos económicos.
Adicional a una fuerte demanda, con 2.5 por ciento de crecimiento, de acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo, existen claras tendencias que modifican al panorama eléctrico de forma exponencial en México y en el mundo. Necesitamos asumir que el cambio climático, las megametrópolis y la electrificación de "todo", son una realidad que se mueve entre nosotros.
El cambio climático es innegable. Los continuos avances tecnológicos en la generación eléctrica motivados por esta realidad producirán energía renovable barata, abundante y ubicua; lo que creará una gran presión sobre la red de transmisión. Se estima que al terminar esta década el precio por kWh caerá por debajo de 2 centavos de dólar para las energías renovables mientras que el almacenamiento apenas alcanzará precios de tan solo 4 centavos de dólar por kWh, lo que resultará en el desplazamiento masivo de combustibles fósiles a nivel mundial. Sin embargo, el almacenamiento y la generación distribuida no son sustitutos de la transmisión, el crecimiento de estas tecnologías y la transferencia de sus beneficios a lo largo del país dependerá directamente del sistema de transmisión al que se incorporarán.
En el corto-mediano plazo la gestión de los sistemas eléctricos para lograr una operación estable y segura enfrentará muchos retos. Los asentamientos urbanos no dejan de crecer. En 1950 menos del 30 por ciento de la población mundial residía en ciudades, en el 2020 ha llegado al 50 por ciento y se espera que en el 2050 el 72 por ciento de la población migre hacia ellas; mientras que los centros de generación eléctrica no están en equilibrio con la demanda en sus alrededores, lo cual es prácticamente imposible de lograr en nuestro país por el desbalance que existe entre las regiones con disponibilidad de recursos para generación eléctrica y los principales centros de consumo, sin mencionar que la energía disponible estará cada vez más vinculada a la intermitencia del viento y del sol y las tendencia en la demanda guían hacía un comportamiento cada vez más errático caracterizado por periodos violentos de consumo, siendo la única solución real para garantizar el suministro el fortalecimiento de la red de transmisión.
La confluencia entre el cambio climático y la electrificación de "todo" se observa claramente en las tendencias vehiculares, de calefacción, refrigeración y procesos industriales que migran hacia alternativas que funcionan con electricidad proveniente de energías renovables principalmente. Para 2030, en EU, la electrificación probablemente elevará la demanda anual de energía de un 5 a 15 por ciento, así como de 25 a 85 por ciento para 2050.
Las estimaciones para México indican que para 2030 necesitaremos de 11 mil millones a 30 mil millones de dólares de inversiones en transmisión, tan solo para satisfacer las necesidades de expansión, modernización y evacuación de la energía renovable; a esto habrá que añadir la profunda transformación que estas tendencias traerán a nuestra sociedad, lo cual podría incrementar en 170 por ciento la inversión para 2050. Es primordial conectar la generación renovable adicional para satisfacer la demanda total de energía y garantizar que el sistema eléctrico siga siendo confiable aun con el aumento de la demanda máxima.
La vasta infraestructura de transmisión que requeriremos y los largos plazos de ejecución requeridos para las inversiones en este rubro, conllevan las siguientes necesidades clave para los responsables de la planificación de la red:
-Alinear los objetivos de energía limpia con las inversiones en el sistema de transmisión para alcanzar esos objetivos de manera rentable y lograr la modernización de México. Esto es un requisito de competitividad mundial que nos fortalecerá como nación y que llevará al consumidor beneficios indispensables.
-Anticipación gubernamental a las necesidades de la electrificación ante su gran impacto, al tiempo de integrarla a sus procesos de planificación de la red de transmisión.
Todo apunta hacia un mundo regido por la electricidad, la tecnología y las energías limpias. La llave de este escenario es el sistema de transmisión, es urgente planear para llevar al país al nivel de crecimiento de su demanda y garantizar la fiabilidad continua del sistema eléctrico. También esto es soberanía energética.