El Buen Fin es más que una fecha comercial: es una historia de ingenio mexicano. Todo comenzó en Ciudad Juárez, en 2006, cuando el presidente de Canaco-Servytur Juárez, Antonio Andreu Rodríguez, lanzó la campaña “Si en Juárez lo ganamos, en Juárez lo gastamos” para frenar la fuga de consumidores hacia El Paso, Texas.
Con base en un estudio de la UACJ, la estrategia local funcionó tan bien que se nacionalizó. Fue Daniel Murguía quien impulsó la presentación del proyecto en la capital del país, donde encontró eco en dos líderes visionarios: Jorge Dávila Flores, presidente de CONCANACO, y Mario Sánchez Ruiz, quien siendo expresidente de la misma Confederación se proyectaba como Presidente del CCE Nacional.
Ambos fueron precursores del Buen Fin a nivel Confederación, y gracias a su liderazgo, la iniciativa se convirtió en un programa de alcance nacional.
Lo más notable es que ha sido un esfuerzo transexenal, respaldado por distintos gobiernos federales y sector privado. El Buen Fin ha demostrado ser una política pública empresarial que trasciende ideologías.
Los resultados lo confirman. En 2024, se superaron los 173 mil millones de pesos en ventas, con más de 190,000 comercios participantes. Además, el evento ha fortalecido:
• La formalidad comercial, integrando a miles de PYMEs.
• El uso responsable del crédito, con promociones bancarias y educación financiera.
• La digitalización del consumo, con apps, buscadores y monitoreo de precios.
• La reactivación económica en fechas clave, beneficiando a millones de familias mexicanas.
El Buen Fin ha dejado de ser solo una campaña de ofertas y promociones. Hoy es un símbolo de coordinación, innovación y patriotismo económico. Una idea nacida en la frontera que se convirtió en plataforma nacional de crecimiento y colaboración.
