Colaborador Invitado

México, en la encrucijada de la historia

A México le conviene ganar tiempo, pero actuar de inmediato. La incertidumbre mundial consume tiempo y demuele la confianza de agentes económicos, opina Roberto Albores Guillén.

Trump ha sacudido al mundo. El caos primero y luego la recomposición y el reordenamiento de lo nuevo. Nadie esperaba su agresividad para lanzar políticas públicas tan radicales que ha puesto en ascuas la convivencia mundial. A nadie ha engañado. Una y otra vez, en forma reiterada, anunció durante su campaña un cambio drástico que trastocaría las relaciones del poder y del comercio internacional. Su objetivo político: trascender, hacer historia y recuperar el liderazgo perdido de su país. Está en eso, librando una batalla sin cuartel, sin tregua ni consideraciones. Sus socios, que deberían ser sus aliados, no han tenido el trato que obliga el Tratado de Libre Comercio. Al contrario, están amenazados y, en el caso de nuestro país, señalado con un catálogo de descalificaciones y acusaciones muy delicadas.

El gobierno de México está sorteando una fuerte tormenta política. Hasta ahora, ha respondido con resultados a las exigencias del vecino del norte. Sin embargo, por los últimos acontecimientos, el espacio de negociación se va estrechando y de no actuar se corre el riesgo de fricciones delicadas. Nuestro país está en la línea de flotación política. A México lo tiene en salmuera. Conoce nuestras debilidades y las explota con cálculo dosificado. Ya logró objetivos claros demostrando que sí se puede evitar el arribo de fentanilo a su país destruyendo laboratorios en territorio nacional. Lo que antes se negaba es una realidad. También se ha frenado la migración desordenada. Debería estar satisfecho con el gobierno mexicano, pero no lo está. Quiere más, mucho más.

Trump está jugando con los tiempos. Al declarar terroristas a los cárteles mexicanos tiene la posibilidad de enfrentarlos directamente para su desmantelamiento. Es un trofeo que le daría liderazgo y poder.

A toda acción corresponde una reacción. Las medidas del presidente Trump han puesto en jaque a la política y la economía mundiales provocando reacciones de todo tipo en el ámbito internacional y dentro de Estados Unidos. Nuevas alianzas, nuevas bases en las relaciones de poder, enemigos que se vuelven amigos y aliados que dejan de serlo. El colapso de las bolsas de valores, del mercado financiero y las repercusiones negativas de las proveedurías, así como la resistencia de importantes grupos de empresarios estadounidenses, son un contrapeso muy importante. Sin embargo, parece ser que no dará marcha atrás.

Los chinos no se asustaron con la guerra de aranceles. Haciendo gala de su paciencia proverbial respondieron con frialdad, sin aspavientos, haciendo lo propio y aumentaron tarifas, cancelaron proveedurías a empresas de nuestro vecino del norte como Walmart y otras más causándoles irreparables daños financieros, cancelaron la compra de cinco mil aviones Boeing que están varados en territorio estadounidense y, además, amenazaron suspender el abasto de productos de alta tecnología, como chips. Toda una batería de guerra comercial.

El presidente Trump buscó una reunión con los chinos ofreciendo de entrada una reducción drástica de aranceles. En Suiza se realizó el encuentro. Más allá de los aranceles está en juego la normalización de las relaciones comerciales entre ambos países.

En este contexto, a nuestro país le conviene ganar tiempo pero actuar de inmediato. Aprovechar la coyuntura. El fantasma de la incertidumbre mundial consume tiempo y demuele la confianza de los agentes económicos. La estabilidad inestable de los mercados, un día sí y otro también en terapia intensiva. En esta atmósfera, lo más importante es salvar el Tratado de Libre Comercio.

El secretario Ebrard tiene razón en querer iniciar la tarea de trabajar el Tratado. Es de inmediata resolución. De no iniciar estos importantes trabajos se corre el riesgo de que el propio Trump prefiera cancelarlo y establecer una relación bilateral.

En política no hay casualidades. Diecisiete familiares de los Chapitos han sido recibidos por el gobierno norteamericano, de pronto le cancelan la visa a una gobernadora, cierran la entrada al ganado mexicano, exigen la cuota de agua, 5 por ciento de impuestos a las remesas, le dice a la presidenta que es encantadora y por otra parte filtra que le tiene miedo a los cárteles y el perfil del nuevo embajador es un mensaje claro.

Es mejor prevenir que lamentar. El terreno está minado, lleno de obstáculos y pedregoso. México, en la encrucijada de su historia.

Roberto  Albores Guillén

Roberto Albores Guillén

Exgobernador de Chiapas

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