El 4 de agosto de 2015, el director ejecutivo de Walt Disney, Bob Iger, estremeció al mundo de los medios cuando reconoció que su cadena de cable ESPN estaba perdiendo suscriptores.
El fenómeno 'cord cutting', donde los usuarios dejan el servicio de televisión por cable para consumir contenidos en internet, era una realidad. Las acciones de Disney se desplomaron, al igual que las de las compañías de medios en todo Estados Unidos.
La mayoría de los analistas coincidieron en el culpable: Netflix, el mayor servicio de streaming de paga del mundo.
La plataforma ofrecía a los clientes planes con una alternativa al cable más barata y sin publicidad, que también les permitía ver lo que querían en el momento que desearan. Y cada cliente que canceló el servicio de cable tuvo un impacto particularmente fuerte en ESPN, que es considerada la cadena de cable más cara en Estados Unidos.
Durante años, Iger y sus homólogos habían licenciado sus series y películas más populares a Netflix, esencialmente cavando su propia tumba a cambio de una ganancia a corto plazo. Pero Iger seguía en negación, defendió la operación como una decisión económica inteligente. "Netflix se ha convertido en un socio realmente importante para nosotros en la compra de nuestro producto fuera de las cableras", dijo Iger en ese entonces. "De hecho, hoy consideramos a Netflix más como amigo que como enemigo, porque se ha vuelto un agresivo comprador nuestro".
Cuánta diferencia pueden hacer cuatro años. Este noviembre, Iger lanzó Disney+, un servicio de streaming que calificó como el producto nuevo más importante de su gestión de 14 años.
Aunque afirma que no está compitiendo con Netflix, sus acciones sugieren lo contrario. Disney retiró sus películas de esa plataforma, prohibió a su estudio de televisión venderle nuevos programas y vetó todo anuncio de la programación original de Netflix en sus cadenas.
Tras años de subestimar el impacto negativo de Netflix en el negocio del cable, las compañías de medios se han volcado en la televisión por internet, gastando miles de millones de dólares para financiar nuevas aplicaciones y nuevos programas. Disney+ es uno de los cuatro servicios con debut planeado en los próximos doce meses, junto a Apple TV+, Peacock de Comcast y HBO Max de AT&T.
'La guerra del streaming', como muchos han llamado a esta pugna, es el tema del día en Hollywood y Wall Street. "El lanzamiento de estos nuevos servicios hará ruido", dijo en una carta a los accionistas a mediados de octubre, reconociendo que la nueva competencia causaría a su negocio "vientos desfavorables en el corto plazo".
El CEO de Netflix, Reed Hastings, cree que hay espacio para todos a medida que más espectadores abandonan el cable por la televisión en línea, una tendencia que previó hace dos décadas. Netflix, Amazon.com y Hulu han crecido en los últimos años, al igual que HBO y Showtime. "Todos estamos compitiendo con la televisión lineal, todos somos pequeños en comparación", dijo en una reciente conferencia con analistas.
Pero quizás ese pastel por el que todos compiten es finito. Los estadounidenses gastan alrededor de cien dólares al mes en televisión, una cifra que se ha mantenido bastante constante teniendo en cuenta la inflación. Y a pesar de todo lo que se habla sobre abandonar o "cortar el cable", más de 80 millones de personas siguen pagando por televisión por cable o satelital en Estados Unidos. Ese número se reducirá, pero no desaparecerá mientras los derechos para los deportes en vivo estén acaparados por las cadenas de cable y la televisión abierta.
La mayoría de las encuestas sugieren que el consumidor promedio pagará por tres a cinco servicios de streaming. Netflix, Amazon y Hulu están bien posicionadas y es poco probable que sufran pérdidas de clientes. Eso deja espacio para uno o dos ganadores más, y muchos perdedores.
Disney+ es el favorito de analistas y ejecutivos. Con un precio de 6 dólares 99 centavos al mes, cuesta aproximadamente la mitad que Netflix y ofrece una biblioteca de películas y series que atrae a todos los niños, desde The Avengers y Star Wars hasta Los Simpson y Toy Story. Cualquier padre estaría dispuesto a pagar por el servicio solo para dejar de alquilar Frozen una y otra vez.
Las perspectivas para el resto de jugadores son menos claras. Apple tiene la ventaja de dar su servicio de forma gratuita a las personas que compran sus dispositivos (más de 200 millones vendidos cada año). Pero no tiene una biblioteca decente y tiene poca experiencia en la producción de contenido.
HBO Max ofrecerá el catálogo de programación más amplio, incluidos los viejos favoritos de Game of Thrones, Friends y la saga de Harry Potter, así como un gran abanico de nuevas series originales. Pero se espera que HBO Max cueste incluso más que Netflix, en parte porque no puede bajar el precio que HBO cobra a través de los operadores de cable.
Peacock, por su parte, ofrecerá un servicio gratuito con anuncios para las personas que ya tienen NBC a través de un proveedor de televisión de paga, y también viene cargada con una gran biblioteca de películas de Universal y programas de NBC. Pero pocos creen que su empresa matriz Comcast Corp., el mayor proveedor de cable del país, esté listo para canibalizar uno de sus principales negocios.
Toda esta competencia será costosa, y el costo de hacer programación propia se disparará. El costo promedio de los programas más populares ha aumentado un 30 por ciento en solo doce meses, según Ted Sarandos, director de contenido de Netflix. Esa plataforma de streaming gastó 15 mil millones de dólares en programación este año, mientras que Amazon, AT&T, Comcast y Disney están aumentando su producción a niveles comparables.
Esas son malas noticias para las cadenas de cable tradicionales, cuya audiencia ya ha disminuido en dos dígitos anualmente. Ahora es probable que las grandes compañías de medios reserven sus mejores programas para el streaming, dejándole las sobras a la tele. "El perdedor es el cable", dice Rich Greenfield, analista de LightShed Partners. "El paquete de 90 dólares tiene contenido que no para de empeorar".