Con motivo de nuestro 32 aniversario de vida en común el sponsor se puso espléndido y organizó una cena para dos en el Cipriani, un restaurante italiano ubicado junto al hotel Ritz Carlton en pleno Paseo de la Reforma.
Este comedero de fama internacional fue concebido en Venecia, Italia en 1931 por el chef Giuseppe Cipriani con el nombre de Harry’s Bar, en donde nació el legendario cóctel Bellini y el carpaccio, ese plato de carne cruda que ha conquistado su permanencia en mesas de todo el mundo.
En la actualidad el nieto del fundador, que lleva su mismo nombre, ha creado un emporio gastronómico con sucursales en Nueva York, Los Ángeles, Miami, Ibiza, Hong Kong, Abu Dhabi, Monte Carlo, Dubái, Riad, además del original en Venecia y ahora el único en Latinoamérica en la CDMX.
Así que con esas cartas credenciales y recordando que en otras ocasiones ya había estado tanto en el de Venecia como en el de Abu Dhabi, me dejé conducir como oveja al matadero hasta el piso 13 del edificio anexo al del Ritz en donde se encuentra Cipriani.
Las viandas
Una vez instalados en una mesa con vistas a la terraza con el Castillo de Chapultepec de telón de fondo, el mesero nos ofreció arrancar nuestra celebración con un Bellini, bebida que degustaba el mismísimo Ernest Hemingway en el Harry’s Bar.
Todo pintaba muy bien, las mesas con manteles blancos, los muros de madera de nogal, los pisos venecianos a rayas y una colección de fotos originales de Elvis Presley adornando las paredes prometían una linda velada.
Al llegar la carta lo primero que destaca son las diversas opciones de caviar en donde 100 gramos de osetra cuestan tan sólo 19 mil pesos o 50 de beluga por 18 mil, así que, sin más, pasé a ver otras opciones, esa la dejaremos para los 50 años de casada con el mismo.
Como soy amante de las alcachofas empezamos con una ensalada en versión baby, con unas lajas de queso parmesano y aguacate, que a mi gusto ya estaba a punto de oxidación, ya sabes, cuando se pone negrito. Seguimos con unas flores de calabaza capeadas rellenas de mozzarella y anchoas chopeadas con salsa de tomate, bastante buenas.
Como plato principal el sponsor se fue por el filete de res a la pimienta verde con una reducción de vino tinto, que le encantó por ese sabor especiado y dulzón, servido en el término de cocción perfecto.
Por mi parte elegí un branzino, disfruto ese pescado del mediterráneo por su carne blanca de sabor sutil. Venía acompañado de verduras mixtas, mismas que rechacé sin ningún miramiento, ni que estuviera a dieta, en cambio pedí que le añadieran una porción de pasta como guarnición, misma que fue negada por el mesero.
Como estábamos de celebración, ordené un plato adicional de tagliatelle verde con selección de hongos, que de paso sea dicho fue lo mejor de la cena, la pasta en su punto, la cremosidad y temperatura de la salsa perfectas y la variedad de hongos deliciosa.
Pero ahora que estoy en la redacción de Glotón Fisgón me doy cuenta de que en la carta venía un espagueti orgánico “Cipriani” y ¿qué creen? servido con Branzino del Mediterráneo, justo lo que yo quería cenar; aunque el mesero no tuvo a bien hablarme de esa opción cuando tomó la orden de los dos platos que, por supuesto, no me terminé, qué poca… ¿no?
Jueves de mopus
Platicar con el sponsor siempre es un placer y el tiempo se pasa volando, por lo que no nos dimos cuenta de en qué momento el tipo de clientela cambió de mesas; originalmente conformada por gente de negocios y de familias con niños, fue reemplazada por otro donde mujeres exóticamente vestidas, en grupos o parejas y cuidadas por unos hombres de negro, fueron llenando el restaurante.
Ahí empezó el “juego de las sillas”, pues a las mesas ocupadas por caballeros de alegría desbordada se fueron sumando esas jóvenes con sed de champaña, mientras sus acompañantes originales llevaban el ritmo de a dónde iba cada cual.
En media hora, el afamado Cipriani ya parecía un cabaret elegante y caro, en el que nosotros no encajábamos, así que tocamos retirada para no ser testigos del inicio de las historias que, seguramente, se escribieron aquella noche.