La pandemia del COVID-19 ya ha sobrepasado los 3.8 millones de fallecimiento en todo el mundo, sin embargo, un problema mayor crece cada día en el planeta. Se estima que la resistencia a los antibióticos podría causar hasta 10 millones de muertes anuales para 2050.
A diferencia de la pandemia del nuevo coronavirus que se originó en 2019, la resistencia bacteriana, que se define como la capacidad de una bacteria para sobrevivir a concentraciones de antibióticos que deberían inhibirlas o matarlas, es un problema de hace al menos unos 70 años.
De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de estados Unidos, la era moderna de los antibióticos comenzó con el descubrimiento de la penicilina en 1928. Sin embargo, la resistencia de las bacterias a este fármaco comenzó pocos años después en 1950.
En respuesta, se descubrieron, desarrollaron y desplegaron nuevos antibióticos que devolvieron la confianza. Años después, se ha observado resistencia a casi todos los antibióticos que se han desarrollado.
El pasado mes de abril, durante la Asamblea General de la Organización Mundial de las Naciones Unidas (ONU), la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que actualmente mueren 700 mil personas cada año debido a enfermedades resistentes a medicamentos.
“Si no se toman medidas urgentes, estas enfermedades podrían causar 10 millones de muertes anuales para 2050, además de provocar daños económicos tan catastróficos como la crisis financiera global de 2008 a 2009 y, para 2030, la resistencia a los antimicrobianos podría empujar a más de 24 millones de personas a la pobreza extrema”, dijo Volkan Bozkir, presidente de la 75 Asamblea General de la ONU.
Añadió que de seguir con la resistencia a los antibióticos, intervenciones como trasplantes de órganos, reemplazos de articulaciones y quimioterapia contra el cáncer, así como la atención a los bebés prematuros, “se volverán demasiado peligrosas y no serán posibles”.
Causas de la crisis de la resistencia a los antibióticos
Si bien la principal causa a este problema se encuentra en la evolución de las propias bacterias, existen diversos elementos humanos que han agravado esta condición.
El uso excesivo de los antibióticos ha impulsado la evolución de la resistencia, pues estudios epidemiológicos han demostrado una relación directa entre el consumo de antibióticos y la aparición y diseminación de cepas de bacterias resistentes.
Por otro lado, los antibióticos prescritos incorrectamente también contribuyen a la promoción de bacterias resistentes. Estudios de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) han demostrado que la indicación del tratamiento, la elección del agente o la duración de la terapia con antibióticos es incorrecta en el 30 al 50 por ciento de los casos.
El uso de antibióticos para el crecimiento de ganado también contribuye al problema, pues se estima que el 80 por ciento de los antibióticos vendidos en los Estados Unidos se usan en animales.
En México, de acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) los principales retos que se enfrentan son la ausencia de una regulación que controle el uso y la venta de antimicrobianos, la prescripción inadecuada y la automedicación.
En un estudio realizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 2018 a diversos hospitales del país, se encontró un nivel de consumo de antibióticos muy elevado, donde más del 50 por ciento de los ingresos recibían antibióticos. Incluso, en dos instituciones analizadas casi el 100 por ciento de los ingresos eran tratados con estos medicamentos.
Disponibilidad de pocos antibióticos nuevos
Debido a que los antibióticos se usan durante períodos relativamente cortos y a menudo son curativos, la creación de estos ya no se considera una inversión económicamente inteligente para la industria farmacéutica.
Según un nuevo informe de la OMS, publicado en abril de este año, no se están creando los tratamientos antibacterianos que tan desesperadamente se necesitan, a pesar de que cada vez se es más consciente de la amenaza que representa la resistencia a los antibióticos.
La OMS señaló que ninguno de los 43 antibióticos que están actualmente en fase de desarrollo clínico resuelve suficientemente el problema de la farmacorresistencia de las bacterias más peligrosas del mundo.
“La persistente incapacidad para desarrollar, fabricar y distribuir nuevos antibióticos eficaces está potenciando aún más los efectos de la resistencia a los antimicrobianos y pone en peligro nuestra capacidad para tratar con éxito las infecciones bacterianas” afirmó Hanan Balkhy, subdirectora General de la OMS para la resistencia a los antimicrobianos.