Director de inversiones en SaveNest y Chartered Financial Analyst por CFA Institute

Sesgos conductuales, cuando la irracionalidad afecta las empresas

Cuando las personas se enfrentan a situaciones complejas de toma de decisiones que exigen mucho tiempo y esfuerzo, tienen dificultades para idear enfoques completamente racionales para desarrollar y analizar diversos cursos de acción.

La teoría económica asume que las personas somos seres racionales, procesamos toda la información disponible en el proceso de toma de decisiones y eso hace a los mercados eficientes. No obstante, muchos investigadores han demostrado que cuando las personas se enfrentan a situaciones complejas de toma de decisiones que exigen mucho tiempo y esfuerzo, tienen dificultades para idear enfoques completamente racionales para desarrollar y analizar diversos cursos de acción.

Enfrentando incertidumbre y una gran cantidad de información para procesar, los individuos no pueden resolver sistemáticamente problemas, registrar datos necesarios o sintetizar información para crear reglas en la toma decisiones. En cambio, pueden seguir un camino de razonamiento más subjetivo y debajo de los óptimo para determinar un curso de acción consistente con sus juicios y preferencias básicas.

Últimamente se ha publicado mucho sobre estos sesgos conductuales (Behavioral Biases), por ejemplo: el sesgo de retrospectiva, que consiste en creer que el pasado era más fácil de predecir, también cometemos el error de extrapolar el pasado reciente hacia el futuro. Otro sesgo de autoservicio que es cuando nos atribuimos nuestros éxitos personales más no nuestros fracasos; el efecto de súper confianza en el que sobreestimamos la información que tenemos y la forma de actuar en base a este y muchos sesgos más.

Los corporativos no están exentos de sesgos, pese a que sean dirigidas por mentes muy brillantes, podemos ver que nadie es inmune a las trampas de los errores cognitivos o emocionales.

Un ejemplo del sesgo de súper confianza se intuye en el caso de CEMEX pues después de 15 años de estar comprando empresas internacionales, jamás imaginaron que la compra que hizo en 2007 de Rinker, en su búsqueda por ser la cementera más grande del mundo, la llevaría al borde de la quiebra.

Al haber realizado muchas compras con éxito en el pasado, probablemente cayó en el sesgo de súper confianza minimizando los riesgos que involucraba hacer una compra tan apalancada.

Otro ejemplo, Comercial Mexicana como otras empresas utilizaban instrumentos derivados para incrementar sus ganancias. La administración pudo estar sesgada a extrapolar la tendencia reciente, el peso no se había depreciado en los últimos años y hasta se había apreciado un poco, así que esperaron que este comportamiento siguiera en el futuro, lo cual no fue así y la llevó a enfrentar problemas financieros.

Otro sesgo muy común que vemos de directivos de empresas es el sesgo de autoservicio, que seguramente veremos en esta pandemia, pues muchos culparán al entorno por las dificultades y no a sus decisiones directivas (como estar demasiado apalancado). Cuando salgamos de la pandemia, veremos a las empresas que prosperen a sus directivos atribuyéndose el éxito de sobrevivir la pandemia. Cuando lo hacemos bien fuimos nosotros, cuando lo hacemos mal fue el entorno.

El tener estos sesgos no siempre lleva a cosas negativas, pues los emprendedores, que muchas veces arriesgan todo por sus proyectos, seguramente manifiestan el sesgo de súper confianza. Muy necesario en estos casos que se detuvieran a analizar todos los riesgos, quizá no se atreverían a perseguir su emprendimiento y no tendríamos tantas empresas como las que tenemos hoy.

El hecho de conocer estos sesgos no nos hace inmunes a ellos, pues están instalados en nuestro cerebro primitivo, más conocerlos sí nos puede dar herramientas para mitigarlos o darles la vuelta cuando sea lo más conveniente.

COLUMNAS ANTERIORES

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.