La información relativa a tres de las principales variables económicas en México publicada esta semana, como son crecimiento económico, inflación e inversión extranjera, ofrece una radiografía del panorama nacional, que, además de contrastes, presenta retos y desafíos.
Comencemos con lo bueno. El efecto de la incertidumbre asociada a la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos no redujo el apetito por invertir en México.
La Secretaría de Economía informó que, con cifras preliminares, México registró una inversión extranjera directa (IED) de 21 mil 373 millones de dólares al cierre del primer trimestre del año.
Esta entrada de IED representó un aumento de 5.2 por ciento respecto a enero-marzo de 2024 e impuso un nuevo récord para un primer trimestre de año desde que se tiene registro, con cifras originalmente publicadas.
Pero si se compara con datos revisados para el primer trimestre del año anterior, la inversión extranjera arroja una caída de 21 por ciento.
Según Economía, durante el primer trimestre de 2025 se observa una importante recuperación en las nuevas inversiones, con un crecimiento de 165 por ciento en comparación con el periodo enero-marzo de 2024.
Al analizar los datos de la balanza de pagos que publicó este viernes el Banco de México, se pudo conocer que las nuevas inversiones ascendieron a mil 586 millones de dólares.
Más bien, el flujo trimestral de inversión extranjera se sustentó en la reinversión de utilidades, que sumó 16 mil 647 millones de dólares y abarcó casi el 78 por ciento de la IED.
Lo malo es que la inflación general en México aumentó de 3.9 a 4.2 por ciento entre la segunda mitad de abril y la primera quincena de mayo de este año.
De acuerdo con cifras del INEGI, la inflación general anual alcanzó su mayor nivel desde la primera quincena de diciembre de 2024, además de que rebasó el límite superior del rango objetivo del Banco de México, de 3 por ciento más o menos un punto porcentual.
El hecho de que la inflación salió del rango de tolerancia del banco central por primera vez desde finales del año pasado y quedó por arriba de las expectativas de los analistas, significa dar un paso atrás en el proceso desinflacionario.
La semana pasada, el Banco de México redujo en medio punto su tasa de referencia, hasta el nivel de 8.5 por ciento, ante los indicios de estancamiento de la economía y dejó ver que el mes próximo pudiera implementarse un recorte de igual magnitud.
Pero es esencial generar confianza y credibilidad sobre el compromiso de la institución con su mandato de estabilidad de precios.
Cerremos con lo feo. La economía mexicana muestra resiliencia y si bien ha evitado la recesión, registra un virtual estancamiento, en un contexto de marcada incertidumbre, derivada tanto de factores internos como externos.
El Producto Interno Bruto de México creció en el periodo enero-marzo de 2025 a una tasa trimestral de 0.2 por ciento, luego de una contracción de 0.7 por ciento en el trimestre anterior.
Este dato, publicado el jueves por el INEGI, salió en línea con la estimación oportuna dada a conocer el 30 de abril.
Con relación al mismo periodo de un año antes, el PIB registró un crecimiento anual de 0.6 por ciento, igual al que anticipó el dato preliminar.
De acuerdo con cifras ajustadas por estacionalidad, el PIB de las actividades primarias o agropecuarias repuntó 7.8 por ciento contra el trimestre previo; el de las secundarias o industriales retrocedió 0.1 por ciento, y el de las terciarias, representadas por el comercio y los servicios, también se contrajo 0.1 por ciento en el periodo enero-marzo de 2025.
Esta vez el crecimiento trimestral se explica por el sector primario, pero los motores principales, que son la industria y los servicios, mostraron una contracción.
Además, la economía mexicana, medida por el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), se debilitó en marzo.
El IGAE exhibió su primera caída en lo que va de 2025 al contraerse 0.4 por ciento mensual, revirtiendo parte del crecimiento de 1.0 por ciento en febrero.
No sólo eso, sino que la estimación oportuna para abril sugiere un nulo crecimiento de la actividad económica en el cuarto mes del año.
Esa es la razón por la que los pronósticos de crecimiento para todo el año no suben y, en el mejor de los casos, son cercanos a cero para la economía en su conjunto.