El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, inició una gira de agradecimiento por el país. Parece que seguimos en campaña. A cada crítica que se le hace a las propuestas o las acciones de la nueva administración, los seguidores responden recordando los millones de votos con los que ganaron o la nueva forma de hacer democracia que veremos próximamente. Quizás sea por este periodo de transición tan largo, pero a pesar de esa abrumadora mayoría con la que ganaron en todo el país, se les olvida que ya no están en campaña. Ahora serán gobierno y ya toca asumir la responsabilidad que eso conlleva.
En ese sentido, no sólo hay que cuidar los hechos. Hay que tener cuidado también con lo que se dice y con los mensajes que se transmiten a la población en los diferentes foros. El sábado pasado, en el inicio de esta gira López Obrador dio en Tepic una serie de declaraciones sobre temas económicos que son cuando menos irresponsables.
Lo que más llamó la atención fue el dicho de que el país está en bancarrota. AMLO dice que México lleva 30 años en bancarrota y que eso le impedirá cumplir con todo lo que la gente les está demandando, aunque aclaró que sí cumplirán con sus promesas de campaña. El país no está en bancarrota. A las cosas por su nombre. Sin duda hay muchos problemas, mismos que a partir de ahora deberán asumirán AMLO y su equipo al ser gobierno: lograr un crecimiento más acelerado y sostenido, generar equidad de oportunidades, disminuir la desigualdad, acabar con el dispendio, hacer eficiente el gasto público, disminuir la pobreza, abatir la impunidad y la corrupción, y tantos otros para los cuales las líneas de esta columna no alcanzarían.
Pero la declaración sobre la bancarrota fue sólo uno de los varios comentarios de índole económica que hizo durante el fin de semana. Añadió que de darse un desequilibrio macroeconómico o inflación durante su administración será por causas externas o por el mal manejo que haga Banco de México de la política financiera (¿?). Con su declaración subestima el rol que tiene y ha tenido el Banco de México en la conducción monetaria del país y genera desconfianza y polarización con respecto a la institución, olvidando que la credibilidad en los bancos centrales es clave para que la política monetaria se lleve a cabo de forma ordenada.
No conozco las razones por las cuales el presidente electo elija hacer una declaración de ese tipo, anticipando, en primer lugar, un problema que no existe, y en segundo, asignando de una vez los culpables. Quizás haya sido por ajustar las expectativas que generó durante su campaña o tal vez sólo un comentario para satisfacer al foro en el que estaba hablando, pero, de cualquier manera, Andrés Manuel López Obrador ya es presidente electo y en sus manos estará gobernar el país. Tiene que conducirse como un personaje de Estado, conociendo las funciones y los límites de las instituciones y respetando su actuación. Ya no está en campaña. Como bien recuerdan sus seguidores a la menor provocación, ganaron con más de treinta millones de votos. Sean buenos ganadores, pero, sobre todo, sean responsables en la victoria.
También en ese foro, López Obrador mencionó que serían responsables y que invertirían y gastarían —sus palabras— sólo lo que ingrese a la hacienda pública, sin incurrir en déficit.
Algunos números para entender estas declaraciones. El Presupuesto de Egresos aprobado para este año fue de cinco billones 279 mil 667 millones de pesos. Seguramente se gastará más que eso, como suele suceder, pero eso lo sabremos hasta que termine el año. La semana pasada, Gerardo Esquivel anunció que el Presupuesto para 2019 será de cinco billones 677 mil 200 millones de pesos para incluir los 25 programas prioritarios de AMLO. Es decir, el incremento en el gasto proyectado será de 7.5 por ciento, un incremento no menor considerando las magnitudes.
Pero en ese mismo evento, el presidente electo anunció que ya no se va a pedir prestado ni se seguirá endeudando al país. De esta forma, para cubrir el incremento de 7.5 por ciento proyectado para el año entrante, habrá que incrementar los ingresos lo suficiente para pagar el aumento y para eliminar el déficit actual que ronda el 2.9 por ciento del PIB. La pregunta es de dónde saldrán estos ingresos adicionales dado que no se incrementarán los impuestos y tampoco habrá deuda.
Deberían de darse cuenta de que la campaña ya terminó. No sólo tendrán que manejar las expectativas. También tendrán que manejar billones de pesos en presupuesto. Tendrán que manejar con responsabilidad las instituciones a su cargo. Las palabras no se las lleva el viento y ya lo tendrían que saber.