Morena podría convertirse, uno nunca sabe, en el club más importante de la historia de México. Por el volumen de afiliados, sí, pero sobre todo por las amenities incluidas en su membresía. No sé, piénsenlo, en una de esas hasta ustedes se suben al barco guinda.
¿Qué ofrece la tarjeta que por estos días reparten en sitios públicos que debieran estar exentos de labores partidistas? Algo impagable: certidumbre. En esta era de tanta cosa relativa, Morena se presenta como un escudo frente a los azares del destino.
Ojo, la oferta de certidumbre es eso, una promesa, pero la gente no es tonta (o no toda, o no todo el tiempo) y sabe cuando alguien tiene capacidad de cumplir la promesa. Y en general, a ojos de muchas y muchos, hoy los de Morena parecen creíbles.
Prometieron subir el salario mínimo. Palomita. Pensión universal a adultos mayores, también. Apoyos para población escolar o grupos vulnerables, lo mismo. Prometieron salubridad danesa, y ahí el fracaso es como la farmacia de Huehuetoca: grandototote. Y aun así…
Si agregamos las apantalladoras megaobras (así sean elefantes blancos), Morena se ha ganado la fama de que el futuro le sonríe y nada ni nadie detendrá su histórica misión de “engrandecer” México.
En el año 2000 se decía que el PRI contaba con 10 millones de afiliados. Cabe recordar que el Revolucionario Institucional agrupaba sectores, es decir, sumaba colectivos además de individuos; pero en algo, además de los 10 millones, se parece lo que vemos hoy.
Hace un cuarto de siglo, precisamente, el tricolor dejó de ser la marca preferida de la gente. El PAN, desde luego, no se convirtió en un partido de masas (errores aparte, los azules no tienen en su genética tal vocación). Tras sus triunfos en 2024, Morena pretende hegemonía.
Tiene el Congreso y la mayoría de las gubernaturas (sumada la de Durango, porque –ya lo verán– si bien ahí el gobernador no da color a la hora de gobernar, de tonto amarra su suerte a Alito antes que a la Presidenta), y ahora pretende un robusto padrón.
Y no sólo si eres político se volverá tentador afiliarte a un grupo que no tiene el menor de los rubores al hacer distinciones nada democráticas, mucho menos meritocráticas, entre quienes son parte de la familia revolucionaria, perdón, transformadora, y los que no.
De forma que, así lo nieguen, el régimen pone en marcha un mecanismo formal para el influyentismo (ya saben, esa lacra que se suponía fue erradicada por decreto en 2018 por YSQ). Dicho de otra forma, lo andado en cuatro décadas nos llevó a donde mismo.
Este influyentismo para el bienestar será el distintivo que ayudará al joven, a la joven, a la damita y al caballero a sortear toda clase de inconvenientes.
¿Abogada, abogado? Ojo, que por voto popular se renovarán cientos y cientos de puestos en sistemas de justicia del país, en lo inmediato y en los años por venir. ¿A quiénes creen que las bolitas del torpe Senado favorecerán con la suerte de salir en las listas? Obvio.
¿Médicos? No sé, piénsenlo, ¿ustedes creen que, por ejemplo, en el ISSSTE tratarán igual a las y los candidatos a ingresar que son compañeros del movimiento que a los simples mortales? ¿En el IMSS-Bienestar? ¿En los sistemas de salud de los estados morenistas?
¿Te sacan un periodicazo? ¿Te ligan con el narco como al sinaloense Rubén Rocha? Eres de casa, nada que temer. La credencial elevada a calidad de aquel “Detente” de los tiempos de la pandemia.
El club de la palanca y el conecte, el de gracia para los amigos y para los no amigos, justicia a secas… Credencialízate en el club más grande de México.