De mi reciente visita a Guadalajara me traje la preocupación que algunos paisanos manifiestan sobre los años de dolor de cabeza que aguardan a los productores de agave, los tradicionales y los oportunistas, y de tequila en general. Puras malas noticias.
El tema ha llegado a la prensa internacional. Ni más ni menos que Financial Times le dedicó un artículo el 28 de diciembre pasado. Y en términos generales parece la típica situación de tormenta perfecta donde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca sería la puntilla.
En pocas palabras se trata de una colisión entre exceso de plantas de agave (lo que deriva en caída de precios y otros problemas), descenso de consumo en Estados Unidos (el principal mercado del tequila de exportación), bodegas llenas y, como decía, amenaza de aranceles.
La pandemia fue el prólogo feliz de lo que podrían ser años tristes. A partir de 2020, la demanda de agave se disparó. La industria pasó de consumir 62 millones de plantas a 104 millones en 2022. Aunque cierta moda ya venía de atrás, más gente se decidió a plantar agave.
El consumo en Estados Unidos, a donde se destina 80 por ciento de las exportaciones de tequila, creció, informa FT, 17 por ciento en 2022, pero sólo 4 por ciento en 2023. Y en los primeros siete meses de 2024 los números arrojaban una caída de 1 por ciento.
Como destaca el especializado diario británico, dos terceras partes de la producción es para exportarse. Y si así se cayó EU –tu principal mercado (España es el segundo, con apenas 2.1 por ciento)–, te pega al punto de que en las bodegas habría 500 millones de litros sin envasar, es decir, la producción de todo un año.
En Jalisco, desde octubre ha habido protestas de productores que comenzaron a resentir el desplome del precio del agave por el exceso de producto, que pasó de un promedio de 28 pesos por kilo entre 2019-2022, a 4 pesos el año pasado.
De acuerdo con datos a los que tuve acceso, desde que en 2016 se empezara a incrementar el precio del agave, en los años siguientes se llegaron a producir utilidades de más de 400 por ciento.
¿Qué pasó entonces? Que se volvió moda sembrar (otros dirían especular con) agave. Así, de los 42 mil 236 productores de los que hoy se tiene registro, menos de siete mil han estado ahí por años o generaciones. Los demás, pues son los demás: de 2018 a 2023 se quintuplicó el número de productores.
En consecuencia, en 2023 el inventario de plantas era de 295 millones, cuando el consumo real ese año fue de 94 millones de agaves.
¿Cómo pinta el futuro? Una proyección señala que de hoy a 2030 el excedente anual de oferta vs. consumo de agave se irá incrementando año con año entre cinco, siete o hasta diez veces. Por ejemplo, en 2029 habría un consumo de sólo 115 millones de plantas de un total de mil 506 millones.
La principal preocupación tendría que ser con respecto a pequeños productores tradicionales que se verán arrastrados por esta ola. Porque más allá de si bajó el consumo en Estados Unidos, o en México, hay gente que no podrá vender su producto ni al costo.
¿Qué va a pasar, además, con quienes no van a vender? ¿Abandonarán el producto en la tierra sin el debido procesamiento? ¿Insistirán en venderlo haciendo aún más bajo el costo? ¿Trató el tema el gobernador Pablo Lemus con la Presidenta en la primera visita de Claudia Sheinbaum a Jalisco el 27 de diciembre?
La cruda del tequila toca a la puerta.