Rincon Del Experto

OPINIÓN: El panorama de crecimiento e inversión global se ha vuelto más retador

La desaceleración global ha empezado a reflejarse en los datos de diciembre de México y las diferentes señales sugieren mayor debilidad del PIB del cuarto trimestre de 2018.

Juan Carlos Alderete, CFA; economista Senior para México de Grupo Financiero Banorte*

En las últimas semanas, una serie de eventos ha obligado a los inversionistas a revaluar sus expectativas de crecimiento y el panorama de inversión global. En este contexto, consideraré los principales cambios y cómo pudieran afectar el apetito por diversos activos.

En crecimiento, la semana pasada el FMI revisó su estimado global para 2019 a 3.5 por ciento desde 3.7 por ciento anual. Entre las preocupaciones destaca la dilución del estímulo fiscal, cierre del gobierno y la guerra comercial en Estados Unidos. Otros incluyen la desaceleración china, el efecto del Brexit en Europa y menor estímulo monetario de países desarrollados.

Esta desaceleración global ha empezado a reflejarse en los datos de diciembre de México. Las importaciones de bienes de capital e intermedios se han contraído con fuerza, sugiriendo un menor dinamismo de las exportaciones y la inversión. La tasa de desempleo repuntó a un máximo de dos años y la creación de empleos avanza a su menor ritmo desde mediados de 2014. Los índices del IMEF acumulan dos meses en contracción y el IGAE –que aproxima el PIB- moderó su crecimiento a 1.8 por ciento en noviembre.

En conjunto, estas señales sugieren mayor debilidad, con el PIB del cuarto trimestre de 2018 (4T18) estimado en 2.0 por ciento desde 2.5 por ciento el trimestre previo. De extenderse, variables como el tipo de cambio, tasas de interés y el balance fiscal, entre otras, podrían absorber un mayor impacto.

En inversiones, un crecimiento más débil y mayor riesgo de recesión podría inducir, en general: (1) Mayor preferencia por activos seguros, como renta fija, a costa de riesgosos, como acciones; (2) en renta fija, apetito por bonos soberanos y corporativos de corto plazo y buena calidad crediticia; (3) en acciones, soporte para empresas con menor sensibilidad al ciclo, baja deuda y costos fijos; y (4) en divisas, países con bajas necesidades de financiamiento, déficit fiscal y cuenta corriente. Si bien estos hechos estilizados son importantes, es crítico recordar que cada ciclo es diferente.

En este sentido, además del cambio en el panorama de crecimiento que requiere un renovado enfoque en la administración de riesgos, una buena decisión de inversión también debe incluir el análisis de las características específicas del ciclo y de las necesidades del inversionista.

*Las opiniones que se expresan en esta columna no necesariamente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, por lo que son responsabilidad exclusiva del autor.

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