Nueva Era

Netanyahu exhibe a Europa

La experiencia de Israel en escenarios de conflicto lo ha convertido en un líder mundial en tecnologías de seguridad, con productos que luego se exportan a Europa bajo el lema ‘probados en combate’.

Madrid.– “Es difícil criar a hijos buenos en un país que normaliza el asesinato de niños”, escribió Galia Oz, hija del gran escritor israelí Amos Oz.

Sucede hoy en Israel, donde la mayoría de la población se opone al ingreso de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza (53%, y sólo 34% a favor, leo en una encuesta citada por El Mundo)

Hay gobernantes que suelen sacar lo peor de muchos de sus gobernados. Es el caso del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu.

El ataque terrorista de Hamás en Israel le dio el pretexto que necesitaba Netanyahu para eludir el proceso que se le sigue en su país por corrupción.

Mientras dure la guerra, él no se va.

Netanyahu ordena asesinar a niños, mujeres y ancianos en Gaza para salvarse él.

La autoridad moral de la única nación democrática en Medio Oriente está hecha trizas.

Una ola de antisemitismo surge como reacción en buena parte de Occidente.

Imposible evitar el repudio ante la impunidad de un criminal que no es el líder de una agrupación terrorista que se oculta en cuevas en el desierto, sino que ostenta el cargo de primer ministro de un país.

Además de envilecer a un amplio sector de la población de su país, Netanyahu ha puesto en evidencia la fragilidad de las naciones emblemáticas de Europa, incapaces de ir más allá de tuits condenatorios y revisión de acuerdos que no implica sanción alguna.

Si los europeos se quejan de que Estados Unidos (Trump) los ha abandonado en la “defensa de los principios liberales” por su política mercantilista de corto plazo, ellos hacen lo mismo.

O peor. Trump (igual que Xi Jinping) al menos no tiene el descaro de hablar de democracia ni de derechos humanos, y los líderes europeos sí. Disertan. Dan cátedra en los cafés y en los congresos. Y se cruzan de brazos.

“Los perros ladran, pero la caravana avanza”, dice un proverbio árabe.

Vamos por partes.

Como represalia al ataque terrorista de Hamás, que mató a mil 139 personas y secuestró a 251 en octubre de 2023, el Ejército de Israel ha asesinado a 53 mil palestinos, entre ellos 17 mil 400 niños.

Ha dejado 121 mil personas heridas, 94% de las viviendas en Gaza están destruidas, 90% de la población es desplazada, 94% padece (especialmente niños y ancianos) hambre, y 80% de la infraestructura de agua ha sido aniquilada.

Ningún país europeo ha roto su relación militar o tecnológica con Israel. En estos días, Europa pierde credibilidad.

¿Cómo le van a exigir a Rusia o a China que respeten los derechos humanos, si ellos los relativizan según quién masacre a civiles y a niños?

Los negocios pasan por encima de los principios.

Alemania, Francia, Italia, España y Países Bajos han establecido en la última década programas bilaterales de cooperación tecnológica con Israel, muchos de ellos amparados en el marco del programa europeo Horizon Europe, que financia investigación en sectores clave.

El Instituto Fraunhofer, de Alemania, colabora en proyectos con empresas israelíes como Elbit Systems o Rafael Advanced Defense Systems.

En 2022, Francia firmó acuerdos con startups israelíes de ciberdefensa para integrarlas en su ecosistema tecnológico nacional.

España ha canalizado recursos europeos hacia consorcios conjuntos con firmas israelíes en materia de control de fronteras, vigilancia por drones y tecnologías agrícolas, especialmente en Andalucía.

Tiene 46 contratos con la industria militar de Israel, y anuló uno pequeño, de compraventa de balas.

El atractivo es evidente: Israel es ágil, innovador y eficiente. Su experiencia en escenarios de conflicto lo ha convertido en líder mundial en tecnologías de seguridad, con productos que luego se exportan a Europa bajo el lema “probados en combate”.

Alemania vende submarinos y armamento naval a Israel, como los modelos Dolphin fabricados por ThyssenKrupp Marine Systems.

Italia importa componentes de aviación y radares usados por el Ejército israelí, incluso en operaciones sobre Gaza.

Elbit Systems, una de las mayores empresas israelíes de defensa, opera centros de desarrollo en Reino Unido y participa en proyectos europeos de defensa fronteriza.

En 2020, España autorizó la exportación de componentes electrónicos para misiles israelíes.

A la vez, Israel exporta a Europa drones armados y de vigilancia, muchos de los cuales fueron desarrollados durante operaciones en Gaza y Líbano.

También vende software de espionaje y control poblacional, como el ampliamente conocido Pegasus de NSO Group, que ha sido usado por gobiernos europeos para vigilar disidentes o prevenir amenazas terroristas.

Esta relación, en tiempos de paz, puede parecer pragmática. Útil, también. Pero dadas las actuales circunstancias, es un escándalo.

Obviamente no es viable cortar de un día para otro la relación tecnológica y militar con Israel, pero sí lo es establecer límites claros: embargos parciales, condicionamientos por violaciones a derechos humanos, revisión de contratos de vigilancia y armamento ofensivo.

También está al alcance de los líderes europeos prohibir importaciones de productos desarrollados en asentamientos ilegales o zonas ocupadas, como Cisjordania. Algunos países nórdicos ya lo hacen parcialmente.

Netanyahu se ríe ante la retórica de los gobiernos europeos y a sus observadores diplomáticos en Cisjordania (que es territorio palestino, alejado geográfica e ideológicamente de Gaza), los corre a balazos.

Qué manera de exhibir la debilidad de Europa.

Tuitea indignación y pierde su lugar en el mundo.

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