Trópicos

Trump, con la soga al cuello

La sociedad estadounidense está despertando contra su presidente al verlo derrochar ocurrencias que se están convirtiendo en una pesadilla para su estabilidad.

A Donald Trump se le están saliendo de control las cosas. El mundo le está cobrando factura con aranceles recíprocos, pero peor aún, con el desprecio de su propia sociedad.

China está logrando desestabilizarlos con medidas a la par, y la guerra arancelaria a nivel global escala día con día; las bolsas se derrumban y se asoma con zozobra una nueva recesión.

Sin acuerdos pronto, que beneficien la estabilidad de las economías mundiales y los bolsillos de la gente, la sociedad global comenzará a ebullir y a salir a las calles.

Entramos al juego de ver quién estira más la liga, y del lado que se rompa podría estar el país perdedor: en este caso es Estados Unidos contra el mundo, aunque cada parte o región comienza a ver por sus propios intereses, lo que demuestra una fragmentación preocupante. No obstante, podríamos concluir que, si la liga se rompe, perderán todos.

Y es que así como Trump, los asiáticos también aspiran a lo mismo, a la hegemonía, o al menos no depender de nadie y mucho menos ser un país estancado como lo fue tras el gobierno de Mao Zedong.

Obcecado, Trump aún cree que vivimos en un mundo unipolar, donde los Estados Unidos siguen al mando. Pero eso sólo está en su discurso, que día a día pierde fuerza. El “Make America Great Again” es un buen eslogan para campañas electorales, pero para gobernar, se requiere más que una marca.

Apostar al discurso y a la propaganda es de antemano una batalla perdida. Eso pasa constantemente con los personajes populistas que, lamentablemente, se han esparcido peligrosamente por todo el mundo.

China, la Unión Europea y Canadá abrieron sus cartas e impondrán aranceles recíprocos a Estados Unidos por 439, 606 y 413 mil millones de dólares respectivamente, dando un total de un billón 458 mil millones de dólares, según cifras proyectadas por The New York Times.

Pero la muralla china a la que Trump está enfrentando es en estos momentos el reto más importante al que Estados Unidos se ha enfrentado desde los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, ya que si no gestionan bien esta crisis, perderán el liderazgo definitivamente.

El gigante asiático está despertando de su tradicional diplomacia intramuros para salir de sus sutilezas y dar un paso enérgico: “La amenaza estadounidense de escalar los aranceles contra China es un error encima de un error, que nuevamente expone la naturaleza chantajista de Estados Unidos”, dijeron ayer representantes del Ministerio de Comercio. Y sentenciaron: “Si Estados Unidos insiste en ese camino, China lo combatirá hasta el fin”.

En las últimas horas se han entrelazado los gobiernos de China y de Estados Unidos en una insensata y autodestructiva guerra de cifras arancelarias que van en aumento y que rayan el escándalo: entre el 34 por ciento y el 104 por ciento de aumentos. Las potencias económicas del mundo están a punto de arrastrarnos a un colapso. El premio Nobel de Economía, Paul Krugman, sentenció: “Este es el shock comercial más grande de la historia”, en entrevista con The New York Times.

Pero lo que está a punto de poner en jaque mate a Donald Trump es su propia sociedad. A menos de dos meses y medio, la sociedad estadounidense está despertando contra su presidente al verlo derrochar ocurrencias que se están convirtiendo en una pesadilla para su estabilidad.

El sábado pasado, más de 150 grupos de derechos civiles, sindicatos veteranos y activistas electorales organizaron más de mil 200 manifestaciones en 50 estados a lo largo y ancho del país. La más importante se dio en el National Mall en Washington, DC, donde se leían mantas con las frases: “¡No es mi presidente!”, “Ha llegado el fascismo”, “Detengan el mal” y “Saca tus manos de nuestra Seguridad Social”.

Estas manifestaciones prometieron seguir saliendo a las calles y fortaleciéndose. Además, no sólo se desarrollan en el ámbito nacional, sino también en ciudades como París, Lisboa o Berlín. Estas voces están en contra de todo lo que ha emprendido Trump en estos apenas dos meses y medio de gobierno, tiempo suficiente para poner patas arriba el orden mundial.

Trabajadores que temen perder sus empleos, minorías sus libertades, estudiantes sus apoyos, migrantes sus derechos y, en suma, la mayoría perder los valores democráticos ante un populista, ante alguien que le gusta imponer, mentir, confrontar y desterrar.

La sociedad estadounidense ha comenzado a manifestarse después de visitar las urnas en noviembre pasado, y es tan válido como votar, tan democrático como una jornada electoral.

Ahora a esperar cómo reaccionará Trump ante esas voces que difícilmente se detendrán hasta que Trump logre regresar a la cordura, lo cual en estos momentos parece imposible.

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