Trópicos

Venezuela en retroceso

Pareciera que la decisión de un posible cambio al interior de Venezuela ya no depende de la voluntad del pueblo venezolano, sino de los gobiernos extranjeros.

El gobierno de Nicolás Maduro logró lo que durante muchos años pretendió: sepultar la democracia para dejar a un país en manos de un sistema oscurantista que daña más que beneficia a una sociedad que en otros años fue una fuente de inspiración para otras naciones latinoamericanas.

Hace seis años, la crisis se intensificó, y prácticamente estamos viviendo una réplica de lo sucedido entonces. La DW publicó en 2019 una serie de testimonios de varios intelectuales venezolanos que delinearon: “Es urgente que Maduro salga del poder. Para que esta salida se produzca, hay en el tablero tres opciones: a) una salida negociada; b) que las fuerzas armadas (…) fuercen la dimisión de Maduro, y c) una salida forzosa, bien por intervención de la Fuerza Armada venezolana o de una fuerza extranjera”.

Otros comentaron: “en Venezuela fue secuestrado el poder por un grupito grotesco, corrupto y perverso…”. Unos más afirmaron: “el Estado y el petróleo, secuestrados por individuos y un partido militarizado, corruptísimo, que no rinde cuentas”. “Lo que sucede en Venezuela es un retorno del más rancio y feroz militarismo; la gran pesadilla de nuestra corta historia como país”. “Venezuela escenifica con toda crudeza el mayor desafío político global: democracia versus autoritarismo de izquierda o derecha”.

Pareciera que estas opiniones fueron puestas sobre la mesa la semana pasada después de que nuevamente el gobierno de Nicolás Maduro impusiera su mandato por tercera vez consecutiva, extendiendo una ideología cada vez más confusa, a costa de violar la Constitución, los procesos electorales y, sobre todo, el desarrollo de la gente venezolana.

Se instala un sistema político que afecta todos los derechos humanos y agota la paciencia de más del 80% de la población que vive en pobreza: 50% en pobreza extrema; y una inflación anual, al cierre del 2024, que ronda el 85%.

El otro problema es que la oposición no ha estado a la altura de ejecutar planes efectivos que cambien el curso de la historia a manos de un pícaro llamado Nicolás Maduro. No es fácil tampoco ser opositor, ya que el Ejército está bajo las órdenes de un criminal que es capaz de matar, desaparecer o torturar a quienes considera sus enemigos. Jugarse de esa manera el pellejo no es deseable.

Desde el intento fallido de pulir una imagen como la de Juan Guaidó, el Obama venezolano, no ha logrado provocar que la oposición retome su bandera para doblegar al chavismo. Ahora tuvimos a un Edmundo González frágil, desdibujado y sin carisma, necesitado de otras figuras como Corina Machado para buscar provocar una efervescencia ciudadana, sin suficiente fuerza hasta el momento. Desde el exilio, la lucha de González está sustentada en la seguridad y comodidades que ofrecen las naciones amigas. ¿Entonces qué sigue?

Las propuestas se han radicalizado en ambos sentidos. Apenas la excandidata a la presidencia de Colombia, Ingrid Betancourt, aseguró que está de acuerdo con una intervención militar en Venezuela para derrocar al régimen de Nicolás Maduro, eso sí, “solo si es una petición del pueblo venezolano y de Edmundo González”.

Pareciera que la decisión de un posible cambio al interior de Venezuela ya no depende de la voluntad del pueblo venezolano, sino de los gobiernos extranjeros y su capacidad de imponer por la fuerza o por la negociación sus condiciones. ¿Podrían arrinconar a Maduro y buscar llegar a un acuerdo?

Al respecto, Maduro, envalentonado y de forma caricaturesca, afirmó que, junto con Cuba y Nicaragua, está preparado para “tomar las armas” en defensa de la soberanía y la paz. Y es que no solo eso, las ocurrencias están al por mayor en este inicio del 2025; por si fuera poco, Maduro amenazó con invadir Puerto Rico para liberarlo del predominio estadounidense… ¡Con ayuda del Ejército brasileño! Evidencian que lo que menos les importa es atender las carencias extremas que vive su sociedad, y para ello buscan desviar la atención con tales disparates.

A otro que se le dan bien las ocurrencias es al presidente electo de EU, Donald Trump, a quien veremos qué responde, y se trenzan en cortinas de humo, mientras el mundo vive varias crisis sin buenos augurios.

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