Gestión de Negocios

Se busca cabeza fría y serenidad manifiesta para el empresario mexicano

Aunque el poder de afectación gubernamental pueda ser enorme, el poder de creación de valor y ajuste en la productividad del sector privado es más que infinito.

Sorpresa por la indiscutible concentración de poder, casi en todos. Incertidumbre sobre el cambio futuro de reglas, en muchos. Temor por la afectación directa a sus negocios, en los más.

Tras los resultados del 2 de junio pasado, eso es lo que reflejan muchas conversaciones ‘en cortito’ entre empresarios ‘de a pie’ en diversos sectores y latitudes. Esos dueños de empresa que, aunque tengan éxito presente, se saben vulnerables a modificaciones bruscas en su teatro de operaciones.

Asimilación de la profundidad del cambio que estamos testificando en la forma de gobernar el país es lo que se requiere, pero ya se intuyen nuevos desafíos y complejidades en un México sin contrapesos institucionales y con incrementos tan multifactoriales como constantes en los costos país.

¿Qué es recomendable mantener en mente a la hora de ajustar velas en cada organización? Aquí tres puntos para la reflexión directiva:

1) Al margen de las fobias, el foco es la continuidad.- El estado de ánimo es una cosa y las decisiones prudentes son otra cosa. Uno puede visualizar futuros alternativos negativos, neutros o positivos con información tan fundada como se pueda, pero no conviene accionar con precipitación irracional, ni en éxtasis, ni en decepción.

Manteniendo el negocio en operación saludable, la empresa podrá reaccionar con astucia e inteligencia a la incertidumbre que el contexto vaya acentuando.

2) A nuevos riesgos, mejores soluciones.- Cada compañía tiene una radiografía distinta de su dependencia directa o indirecta del gobierno. Cada empresario decide el grado de riesgo con el que se siente cómodo en su interacción comercial o regulatoria con las distintas dependencias con las que interactúa.

Y siempre es posible procurar nuevos balances en esa relación. ¿Que habrá nuevos interlocutores?, pues habrá que entenderles la prioridad y el estilo. ¿Que hay nuevas reglas?, pues se tendrá que lidiar con ellas. ¿Que el costo ya es imposible?, pues es momento de salirse de ese negocio o jurisdicción.

3) La autocontención del poder tiene fecha de caducidad.- Un gobierno muy poderoso, puede mostrar positivos en algunos frentes y beneficiar ciertas industrias, regiones o sectores. Ese poder, sin embargo, es siempre un arma de doble filo. Cuando apunta en contra de tu operación o crecimiento, es un titán muy difícil de capotear.

Y porque el poder es impredecible, el empresario debe visualizar los escenarios en que sus operaciones pueden resultar altamente vulnerables y medir si se siente cómodo con su exposición a esa realidad. Asumir que el gran poder se autocontendrá siempre es un error imperdonable.

México sigue siendo una de las economías más abiertas y no se ve que deje de serlo. Hay fenómenos globales que lo hacen ver razonablemente bien cuando se contrasta con otras realidades. Es una nación que debería producir mejores noticias al mundo, pero que goza del foco global por su geografía, capacidad manufacturera e interconectividad.

Sí. Tenemos problemas complejos con restricciones autoimpuestas. Y eso, que tiende a ser desesperante, es una tina de múltiples oportunidades para el que sabe verlas y para quien sabe navegar las complejidades de un sistema que nunca ha sido ni sencillo, ni carente de contradicciones.

Hay razones de peso para la preocupación. Mis compañeros columnistas en este medio dan cuenta diario de ellas. Lo que no se nos debe olvidar es que aun el gobierno más poderoso no puede con todo, ni hará todo. Y aunque el poder de afectación gubernamental pueda ser enorme, el poder de creación de valor y ajuste en la productividad del sector privado es más que infinito.

Así que cabeza fría y serenidad manifiesta porque México no se acabará ni en el 2024, ni en el 2030 y hay muchos negocios que hacer.

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