Política para A’Mar

El eco de una tragedia

Como en ‘Macbeth’, en México la ambición desmedida y las alianzas con el crimen tienen consecuencias devastadoras.

La ambición desmedida, el poder y la alianza con el mal son capaces de corromper completamente a una persona y, también, a un grupo de personas.

Tal es la historia de “Macbeth”, una de las tragedias más intensas y obscuras de William Shakespeare. El título hace referencia al personaje principal, un hombre escocés valiente y leal al rey Duncan (monarca de Escocia en esa ficción). La historia relata que un día, Macbeth recibe una profecía de tres brujas: será rey de Escocia. Desde ese momento, se despierta su ambición y, animado por su esposa, Lady Macbeth, asesina al rey para tomar su lugar.

El deseo de poder de Macbeth, una vez activado, se vuelve imparable. Luego de que asesina a Duncan, no puede parar: mata a los sirvientes de éste, a su amigo Banquo y a la familia de Macduff. A todos por distintos motivos. Acaba con la vida de los primeros inmediatamente después del asesinato del rey, finge que fue por ira, pero en realidad lo hizo para que no ser acusado por ellos; al segundo lo manda matar como consecuencia de otra profecía de las brujas, quienes dicen que la descendencia del reinado será para los hijos de Banquo; finalmente, manda a ejecutar a la esposa, hijos y sirvientes de Macduff como castigo después de que éste no asistiera a su coronación.

“Macbeth” es un drama canónico por varias razones, una de las principales es porque Shakespeare toca temas que siguen vigentes siglos después, mismos que tocan al México de hoy. Tanto en el relato como en la cotidianidad de nuestro país, encontramos ejemplos de cuando la ambición sin control puede destruirlo todo y donde el poder corrompe si no tiene límites éticos.

Esa vigencia se refleja en el panorama que describe el artículo “Ubican zonas del país en las que el crimen gobierna”, de Manuel Espino, que da cuenta de un informe elaborado por el propio gobierno federal y las áreas de seguridad, al que tuvo acceso el medio periodístico. El texto confirma que en distintas regiones del país, el crimen organizado ha adoptado formas de gobierno, actuando como un poder paralelo al del Estado.

Se expone que el crimen organizado ofrece empleo, seguridad y justicia, especialmente zonas donde persiste la debilidad institucional, como son regiones rurales o fronterizas; aquellas en las que la presencia de las autoridades es “simbólica” o “cooptada”.

Agrega que el crimen organizado no solo es un fenómeno delictivo, sino también un actor político y económico que desafía la autoridad del Estado. Según el análisis citado, la estrategia del gobierno federal falla en reconocer el papel de las alianzas locales del narco, como grupos comunitarios, operadores políticos o empresarios que sirven de soporte a los cárteles.

A esto se suman los nexos entre funcionarios de gobierno con el crimen organizado, lo cual resalta alianza con el mal a la que se refiere Shakespeare. Tanto en el relato como en la cotidianidad del país, vemos cómo la ambición desbordada puede destruirlo todo. En “Macbeth”, el autor inglés nos muestra a un hombre que, al ceder a la tentación del poder, desata una espiral de violencia, traición y muerte. Esa misma lógica trágica se reproduce hoy cuando el poder político se alía —abiertamente o por omisión— con estructuras criminales.

Así como Macbeth cree controlar a las fuerzas oscuras y termina siendo devorado por ellas, en México hemos visto cómo los pactos con el crimen organizado, lejos de garantizar gobernabilidad o estabilidad, han corrompido instituciones enteras y puesto en riesgo la vida de miles de inocentes.

Incluso 400 años después de su escritura, “Macbeth” confirma que cuando el poder se corrompe, las consecuencias son siempre las mismas.

X: @marlenemizrahi

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