Retrato Hablado

Tech, un arma para combatir  la pobreza

“La inmensa mayoría de los miembros del crimen organizado ganan menos que un programador”

Freddy Vega no tuvo una infancia fácil. Creció en medio de una relativa pobreza en Bogotá, Colombia. Su padre se fue cuando él tenía cuatro años y su hermano recién había nacido. Fue criado sólo por su madre, una mujer emprendedora y determinada a triunfar. Lo crió principalmente su abuela, analfabeta.

Vega no tuvo una computadora a lo largo de toda su infancia y adolescencia. La primera la tuvo a los 16 años, después de haber conseguido su primer empleo en tecnología a los 15. El camino en la tecnología del cofundador de Platzi, la plataforma líder de educación profesional en línea para hispanohablantes, comenzó en décimo grado, cuando un compañero de colegio le compartió una calculadora que tenía un lenguaje de programación que no sabía usar. Vega leyó el manual, aprendió, se obsesionó con la programación y así fue como empezó a construir su vida.

Encontró la manera de comprar una computadora con internet y estudiaba por las noches. Antes de graduarse de secundaria, su madre lo inscribió en una escuela técnica para estudiar desarrollo de software, lo que le construyó los conocimientos clave para entrar en la industria.

A pesar de su talento precoz, su trayectoria académica fue atípica. Ingresó a dos universidades, pero fue expulsado de ambas por ser mal estudiante; no hacía tareas porque estaba enfocado en otras cosas.

Vega, que nunca ha tenido un empleo tradicional, reflexiona sobre su historia. Señala que en su país, a veces se usa con fines políticos para sugerir que “todos los pobres pueden salir de pobre simplemente con esfuerzo”. Él disiente: lo que le pasó fue una serie de eventos únicos con mucho esfuerzo, pero también con mucha suerte. “La razón de la existencia de Platzi como plataforma es que decidí sistematizar lo que me ocurrió a mí, es decir, ¿cómo hago que cualquier persona pueda salir de la pobreza y crear riqueza generacional en escala a partir de la educación en tecnología?”.

Antes de Platzi, el primer emprendimiento formal de Vega fue el intento de crear un software para manejar cibercafés, que vendió unas 10 veces antes de abandonarlo al darse cuenta de que no quería darle mantenimiento. En 2004 construyó Cristalab, una comunidad de tutoriales y conexión para diseñadores web. Su principal competidor era Maestros del Web, la comunidad de programadores más grande y antigua (creada en 1997), fundada por Christian van der Henst.

Vega y Van der Henst se conocieron siendo competidores antagónicos. Se peleaban mucho en internet con artículos sarcásticos, lo que a la gente le parecía divertido y los llevaba como invitados a eventos juntos en México, España, Colombia y Perú. Empezaron a hablar en estos encuentros, se hicieron amigos y el destino los mantuvo cerca.

La crisis global financiera de 2010 los afectó a ambos, ya que sus empresas dependían de modelos de negocio publicitarios. Para 2011 y 2012 se dieron cuenta de que su modelo anterior no sobreviviría y se sentaron a experimentar trabajando en conjunto.

Empezaron a educar de manera masiva, llevando cursos presenciales a 20 ciudades de 12 países. Con el dinero que ganaron financiaron la primera versión de lo que se convertiría en Platzi.

Platzi arrancó en enero de 2015 con la inversión de Y Combinator, el fondo de inversión más importante de Silicon Valley. Freddy Vega nunca imaginó que Platzi se convertiría en la empresa de la magnitud que tiene hoy. De hecho, siente que logró todo lo que su versión de niño quería, lo que lo llevó a una nueva crisis: la necesidad de resignificar sus objetivos.

La misión de Platzi es transformar a América Latina en una potencia de tecnología. Su misión individual es encontrar la forma de que la humanidad rompa el ciclo de la pobreza en escala. Vega cita ejemplos de éxito, como India, China, Estonia, Indonesia y Vietnam, que demuestran que es “completamente posible”. Para lograrlo, Vega considera que el foco debe estar en la educación. Su fórmula suena demasiado simple: dormir bien, hacer ejercicio y estudiar, aplicando lo aprendido. Él lo ha visto funcionar: Platzi ha educado a tres mil madres cabeza de familia, muchas de ellas en situación de pobreza dura, que lograron progresar y ganar mucho más.

–¿Puedes ofrecer una alternativa a los jóvenes que caen en manos del crimen organizado?

–Por supuesto, haciendo empresas más grandes. El crecimiento económico y la explosión de empresas en un país son lo que generan riqueza y oportunidades.

El crimen no paga tanto. El crimen realmente le paga a un porcentaje muy pequeño de las personas un montón de plata, pero la inmensa mayoría de los miembros del crimen organizado ganan menos que un programador. El código paga mejor que el crimen. Una persona que dedica un año a desarrollar software gana más que el empleado promedio del sistema criminal. Lo que hace que el crimen se reduzca es la reducción del desempleo y la existencia de oportunidades.

Freddy Vega trabajó con el gobierno de Colombia en este problema. “Cuando se pusieron puntos de acceso a internet en los pueblos, llegó Facebook, y la gente se dio cuenta de que había más opciones que ser campesino, policía, soldado o guerrillero. El internet es un democratizador de acceso a opciones, pero esto requiere que crezcan las oportunidades, y quien las ofrece son las empresas”.

A pesar de los desafíos, Vega ve progreso en México. Lo describe como un “mundo hiperfuturista” comparado con el año 2000, con multinacionales poderosas en manufactura, comida y cementos. Él cree que nunca hay que olvidar la “longitud del arco de la historia” y, convencido, afirma: “En un cuarto de siglo, el mundo será un mejor lugar”.

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