Fuera de la Caja

El golpe

Si no se logran frenar los aranceles, será usted testigo de una severa contracción económica en México, que muy probablemente se acompañe de la pérdida del grado de inversión.

Como usted sabe, ya nos arancelaron de nuevo. Creo que andamos ya en el tercer golpe, y viene uno más este miércoles. Al 25% que dicen haber impuesto a aquello que no estaba en el T-MEC, y al arancel adicional a acero y aluminio, la semana pasada se agregó una tarifa a la industria automotriz, que viola por completo el T-MEC, y pone en serio riesgo a la industria norteamericana.

Se cobrará 25% a todo aquello que no tenga contenido de origen estadounidense en un auto ya terminado. No, como había sido desde hace 30 años, origen norteamericano, que para eso se firmó NAFTA y luego T-MEC. Ya no existe la industria norteamericana, según Trump, sino que sólo le importa la de Estados Unidos. En el acuerdo que tenemos firmado, pero ha dejado de existir, se exigía 75% de contenido norteamericano, que podía distribuirse entre México, Estados Unidos y Canadá. Todas las armadoras, estadounidenses, europeas, japonesas, lo cumplen sin problema. Pero de ese 75% o más que ahora tienen, solamente la mitad, más o menos, corresponde a Estados Unidos. La otra mitad se hace aquí o en Canadá. Y a esa parte ahora se le pondrá este arancel adicional, lo mismo que a 25% que proviene de otras partes del mundo.

Eso significa que un auto norteamericano, construido bajo las reglas del T-MEC, subirá de precio en 15% de inmediato. Por obvias razones, se venderán menos y más caros, y debido al tamaño de esta industria, y a los efectos de otras medidas del señor Trump, Estados Unidos enfrentará un incremento de precios y una caída de producción. Lo que en los años 70 se llamaba “estanflación”.

De acuerdo con los seguidores del señor mencionado, estas medidas son brillantes porque llevarán a una mayor inversión en Estados Unidos, para producir ahí lo que ahora será más caro importar. Primero, el ejemplo de América Latina en la posguerra, cerrando fronteras para crear industria propia, debía enseñarles que eso no pasa. Segundo, realmente no va a pasar, porque Estados Unidos tiene un problema para financiar su inversión, y porque no tiene la mano de obra disponible, en caso de que pudieran instalar las plantas.

Todo el ahorro del sector privado estadounidense se va en financiar el déficit del gobierno de ese país. Por tanto, la inversión neta es exactamente igual al ahorro que llega a Estados Unidos del resto del mundo. Por definición, ese ahorro es exactamente igual al déficit comercial. Si Trump bajase el déficit comercial con sus aranceles (poco probable) lo que lograría es menor financiamiento del resto del mundo y, por tanto, menor inversión.

Pero si llegase inversión, haciendo uso del estilo extorsionador del personaje, no podrán conseguir los trabajadores. Simplemente no hay. Estados Unidos está en eso que los economistas llaman “pleno empleo”, y además ya hay pocos trabajadores industriales, la mayoría está en servicios. Si, por otra parte, el gobierno de Trump está convencido de reducir la inmigración, el asunto se complica. Para los que creen que esto se resuelve con robots, vean menos televisión.

Para nosotros el problema grave es que Trump ha destruido el T-MEC. Y, como ya es claro para los europeos, ni él ni su gobierno son interlocutores confiables, de manera que no habrá forma de negociar algo alterno. Las grandes empresas automotrices ya están buscando qué hacer para detener esta locura, y ojalá lo logren. Los demás no tenemos palanca, incluyendo a los gobiernos de México o Canadá, o de cualquier país europeo.

Si no lo logran, será usted testigo de una severa contracción económica en México, que muy probablemente se acompañe de la pérdida del grado de inversión. Es el problema de los tontos con iniciativa, y con poder.

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