A propósito de la creciente relación del gobierno de México con Cuba, este artículo presenta la terrible situación que han vivido los cubanos durante décadas. El material me fue proporcionado por una persona de Cuba con residencia en México que vivió en carne propia la dictadura de los regímenes castristas.
Las protestas del 11 de julio 2021 fueron una gesta gloriosa para todos los que rechazan al régimen totalitario castrista.
Una bravura que en cierta medida neutraliza las críticas que emiten algunos sobre lo que califican de extrema pasividad del pueblo cubano ante una férrea dictadura, un decir nada grato, pero que refleja una percepción real de lo que acontece en la isla.
Muchos han sido los mártires en este cruento proceso y más aún, los prisioneros políticos que han cumplido veintenas de años tras las rejas en estas más de seis décadas, incluida la gran cantidad de jóvenes formados bajo el castrismo que pueblan las prisiones por negarse a someterse a la tiranía.
Cierto que para tantos años han sido pocas las protestas, pero es una verdad irrefutable que mientras más cerrados son los regímenes de fuerza, más difícil es hacerles oposición, y un régimen totalitario como el cubano, que ha sido capaz de establecer un férreo control social y policial, no cede espacios, sino que hay que arrebatárselos, lo que tiene un alto costo humano como la historia ha demostrado.
El cubano promedio, al parecer, ha concluido que es mejor conspirar para derrocar el régimen que participar en una mediática manifestación, porque para las autoridades castristas es tan criminal salir a las calles demandando libertad, que participar en un complot para derrocar la tiranía. Otras dictaduras golpean brutalmente a los manifestantes y los encarcelan por horas en la isla de los Castro, a la golpiza se suman largos años de condenas a cumplir en condiciones infrahumanas. Los jóvenes, en prisión por participar en protestas apenas conocidas o en otras de alto perfil, están en iguales condiciones que los artistas, que a través de sus creaciones manifiestan disentimiento y libertad de criterios.
El primer aniversario de las pasadas protestas del 11 de julio del 2021 nos lleva a recordar algunas de las manifestaciones populares en contra del castrismo. Muchas de ellas olvidadas por los largos años transcurridos y cuyos protagonistas en su mayoría han partido para la eternidad.
Perdidos en las brumas del tiempo está la protesta que organizaron madres, esposas e hijas, enero o febrero de 1959, para demandar el fin de los fusilamientos; unos meses más tarde, octubre, el comandante Huber Matos, jefe de la plaza militar de Camagüey, denuncia la penetración de los comunistas en las fuerzas armadas y en la estructura de la Revolución.
En noviembre de 1959, organizado por la Iglesia Católica se realizó el Congreso Católico Nacional, un evento religioso que tenía como objetivo reiterar la influencia marxista en el gobierno.
En febrero de 1960, el descontento estudiantil por la penetración comunistas en los centros de estudios se concretó con una protesta organizada por estudiantes en el Parque Central de La Habana, en ocasión de la visita a Cuba del premier soviético Anastas Mikoyan, en octubre los estudiantes se manifestaron nuevamente en Santa Clara contra la ejecución de cinco guerrilleros capturados, entre ellos, el presidente de la FEU de Las Villas, Porfirio Ramírez Ruíz; ese mismo año, el sector eléctrico realiza una marcha masiva en la capital rechazando medidas del régimen contra los trabajadores.
En 1961, las provincias de Oriente y Camagüey fueron escenarios de protestas estudiantiles contra el comunismo; y en septiembre de ese mismo año, feligreses y organizaciones católicas organizaron una procesión por el día de la Caridad del Cobre en la iglesia de La Caridad, La Habana, que había sido prohibida por las autoridades, sin embargo, la caminata religiosa se produjo con exclamaciones de “Viva Cristo Rey”, “Cuba Sí, Rusia No”. Las autoridades reaccionaron con tal violencia que asesinaron a tiros a un joven.
En junio y julio de 1962, las ciudades de Cárdenas y Perico, Matanzas, fueron conmovidas por grandes protestas, al extremo que en la primera, el régimen sacó tanques para reprimirla, un legado que ha tenido su clímax con las magnas protestas del 11 de julio del pasado año, con su triste secuela de numerosos heridos y centenares de presos, muchos menores de edad.