Con el significativo título de El fin del Poder Judicial independiente, la revista Letras Libres de julio publica una decena de iluminadores ensayos sobre este crucial problema que hoy enfrenta México. Se trata de una serie de textos imperdibles que, como se suele decir, no tienen desperdicio. Abordan con lucidez los distintos aspectos involucrados en este gravísimo asunto.
El artículo inicial es de Enrique Krauze. Lo titula: “Así murió la República”. Plantea en este que el régimen mexicano “ha usado la democracia para acabar con la República”. Hace al efecto una revisión de cómo se llevó a cabo tal acción demoledora.
Básicamente, consistió, dice Krauze, en acudir al recurso de la demagogia denominado “falacia ad populum”, que el oficialismo ha practicado ad nauseam de acuerdo a la máxima de que “El pueblo nunca se equivoca”. Vía inspirada de manera “acaso no involuntaria” en Carl Schmitt, el filósofo del nazismo. Y por ello, “precisamente como una hazaña de la democracia, se ha querido presentar ese acto de barbarie (cruelmente) llamado reforma judicial”.
De este acto cruel, afirma Krauze, “lo más grave es el costo que pagarán las generaciones futuras”, aunque “el daño, sin embargo, no se sentirá de inmediato… penetrará lentamente en la sociedad, afectando todo tipo de litigios, sembrando miedo, incertidumbre y desconcierto”.
Para que el lector tenga una mejor idea acerca de cómo ha sido la perspectiva histórica del Poder Judicial en México, en especial a partir de la fundamental reforma aprobada en diciembre de 1994 al inicio del gobierno de Ernesto Zedillo, resulta muy interesante la extensa entrevista, parte también de la serie de textos de Letras Libres, que Eduardo Huchín Sosa, editor de la revista, hizo al académico Pablo Mijangos y González, doctor en historia por la Universidad de Texas en Austin, especialista en historia del derecho mexicano.
Mijangos y González es doctor en historia por la Universidad de Texas en Austin y especialista en historia del derecho mexicano, autor de varios libros sobre la materia, quien demuestra amplísimos conocimientos y dominio sobre el tema y por ello son muy valiosas las opiniones y consideraciones que hace en torno a la llamada reforma judicial, calificada por Krauze como acto de barbarie.
Respecto del nuevo sistema, Mijangos critica severamente la creación del llamado Tribunal de Disciplina Judicial, que considera una “novedad peligrosa” sin precedentes; asimismo critica la terminación de la inamovilidad de los jueces y magistrados, que los obligará a entrar de lleno a la carrera política, lo cual hará al sistema altamente disfuncional, cuyo escenario previsible “es que los distintos liderazgos de Morena se disputarán dentro del partido (como ya lo están haciendo) y que se repartan entre sí… todos los cargos de elección popular, dejando al Ejército como último garante de la estabilidad del Estado”. ¡Hasta dónde esta locura va a llevar al país!
Imposible dar cuenta detallada aquí de los otros magníficos ensayos del citado número de Letras Libres. Sólo muy al vuelo, mencionar que en el ensayo titulado “La justicia a ras de suelo”, Melisa Ayala hace un recuento de la serie de problemas de orden práctico que se generarán al echarse a andar el nuevo sistema judicial. Impresionante desorden.
Mención especial merece también la colaboración de Abida Ventura, quien explica al lector lo torturante, complicado y confuso que fue emitir el voto en la elección judicial del pasado 1 de junio, al grado de que alguien confesó haber sufragado conforme al método “del tin marín”. Asimismo, cabe mencionar la interesante recopilación que de los más importantes medios de la prensa internacional hizo David Medina Portillo, los cuales, en tono siempre crítico, dieron abundante cuenta de lo impresentable del nuevo sistema judicial mexicano.
Mención especial merece el texto, de autoría de Luis Antonio Espino. Hace este autor un interesante ejercicio comparativo entre los actos de resistencia realizados en Israel por los opositores a la parecida propuesta de reforma judicial presentada por Benjamín Netanyahu, para limitar en sus facultades al Tribunal Superior de ese país, que provocó generalizadas protestas, con buenos resultados hasta ahora allá, en notorio contraste con los nulos obtenidos en México. Detalla al efecto Espino seis puntuales lecciones de lo realizado en Israel y lo omitido en México, que bien vale la pena aprender y poner en ejecución acá.