De entrada, aunque sea lugar común, procede decir que el libro publicado en días pasados por Nexos no tiene desperdicio. Su título es: La tormenta judicial. Implicaciones de la reforma de 2024 en México, de apenas 162 páginas. Comprende trece ensayos escritos por académicos mexicanos, obviamente todos sobre el tema que anuncia el título, así como un imperdible prólogo de Roberto Gargarella, profesor e investigador de la Universidad de Buenos Aires.
La coordinación de dicha obra colectiva corrió a cargo de los también académicos Saúl López Noriega y Javier Martín Reyes, del Tecnológico de Monterrey y del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, respectivamente. Escribieron a su vez, en coautoría, el capítulo inicial, en el que ofrecen al lector una explicación general del tema, es decir, de la reforma judicial de 2024 en nuestro país.
Mención especial merece el prólogo del libro, escrito por el argentino Gargarella. Le dio el enigmático título de “El Aleph en la reforma judicial mexicana”. Aclara que se trata de un título metafórico, porque “podría decirse que nos encontramos frente a un ‘Aleph’ que nos permite acceder —afirma— al vasto universo de la reforma institucional, con sus dramas, laberintos y desafíos”.
En beneficio del lector, el prologuista explica: “Como es sabido, el Aleph nos refiere al que es, probablemente, al más bonito y conmovedor de todos los maravillosos cuentos escritos por Jorge Luis Borges. El cuento se centra en una pequeña y muy peculiar esfera —el Aleph— que el narrador encuentra en el sótano de la casa de su antigua amada, Beatriz Viterbo. Desde ahí se pueden ver todas las cosas del universo. Pues bien, la reforma judicial mexicana puede leerse también —propone Gargarella— como un Aleph, que nos permite reconocer todos los problemas importantes que afectan al mundo del constitucionalismo contemporáneo. Y cuando digo ‘todo’ —remarca Gargarella—, me refiero a todas las principales claves y cuestiones que preocupan —obsesionan— a la teoría jurídica de nuestro tiempo”.
Las claves que concretamente enuncia y a las cuales hace expresa referencia el académico argentino en su texto, como principales cuestiones que el proceso de reforma judicial mexicano ha puesto sobre la mesa y “nos obliga a abordar y pensar críticamente”, son siete.
La primera exploración que hace es sobre lo que el autor llama “el quiebre del tradicional modelo de la ‘división de poderes’”. La segunda es en torno al “modelo y contenidos de la reforma constitucional” mexicana, en la que plantea con toda lucidez si en cuestiones de tal calado como esta “¿puede justificarse que la intervención popular se reduzca, simplemente, a una participación ‘mediada’ de la clase dirigente?”.
La tercera cuestión es en torno a “La ‘democratización’ de la justicia”. El autor dice que tiene la “impresión de que muchos de los que plantearon la idea de la ‘democratización de la justicia’… lo hacen a partir de una idea estrecha, impropia y no atractiva de democracia; pasa a significar simplemente ‘elecciones periódicas’… “una pésima idea de democracia”.
Como cuarta cuestión plantea lo que denomina democracia erosionada. Explica: “La reforma judicial, al estilo de México 2024, representa un caso contemporáneo típico de las medidas a través de las cuales la democracia puede ser y es ‘erosionada’ de a poco… hasta tornarlo un esquema irrelevante, incapaz de frenar cualquier abuso de poder”.
Quinta: supone presidencias imperiales e híperpresidentes, lo cual explica. Sexta: produce “la debacle de los órganos de la política representativa”, y señala al efecto que “cambios semejantes, capaces de imponer una zozobra mayor en la vida judicial de cualquier país, en México fueron aprobados con la velocidad del rayo…”.
Y como séptimo punto, repasa algunas de las modalidades de tal reforma. No sin sorpresa, dice que “en México, las principales instancias del control judicial no fueron capaces de poner un debido límite a la dramática iniciativa presidencial. Ello, cuando sus propios miembros se encontraban entre los más perjudicados”.
Solo queda una duda: cuando Gargarella dice que en esta reforma judicial mexicana del año pasado cree ver el Aleph que permitirá otear el futuro del “vasto universo de la reforma constitucional”, ¿podría decirse en palabras llanas que está pensando, más que en el Aleph, en una especie de conejillo de indias?