El domingo, cerca de la medianoche, una mujer debe proclamarse la virtual presidenta electa de México. La otra, madura, deberá acatar lo que los primeros datos evidencien, aunque no haya resultados definitivos; admitir públicamente su derrota y advertir que estará luchando desde el frente de la oposición por la justicia que todos merecen.
Esa sería una lección para hombres, previos dueños de la vieja narrativa política, que se escudan cada seis años en berrinches poselectorales antes que confrontar la verdad con sus seguidores. Una actitud estoica y democrática la agradeceremos todos.
El primer mensaje que espero de la presidenta es uno que describa el destino. Y venga de quien venga, que éste la aleje del discurso basado en aquello de “por el bien de todos, primero los pobres” y la acerque a uno que convoque: “por el bien de todos, primero los chavos”.
No por eso los pobres deben ser olvidados. Es que los jóvenes son de todos los barrios y en México representan la última dosis de juventud que tendrá el país. En este mundo que nos ha pegado un smartphone en la mano, el ser humano cobró valor en detrimento de los fierros y las piedras como el petróleo.
Pero este año estamos gastando más en pensiones que en becas. Más en los que van de salida, que en quienes vienen llegando.
“Sólo para 2024, el capítulo de pensiones del presupuesto nacional es el capítulo más grande, son 2 billones de pesos lo que se va a gastar sobre los 9 billones de pesos del total de gasto federal, es el 22 por ciento que se va a pensiones”, de acuerdo con Pedro Vásquez Colmenares, consultor experto en pensiones. Ojo, son 2 millones de millones.
Frente a esa cifra, incluso el programa de Jóvenes Construyendo el Futuro luce ridículo: son 13 mil millones para este año. El Programa de Becas de Educación Básica para el Bienestar Benito Juárez, 14 mil millones. Se nos va en saliva el supuesto cariño por los niños.
Permitan una propuesta. Pensemos en que el próximo sexenio México invierte unos 400 mil millones de pesos, que es lo que nos costó, digamos, una refinería, pero esta vez lo usan para dar becas de estudios de posgrado en las mejores universidades del mundo a unos 250 mil jóvenes de escasos recursos que demuestren talento.
Que salgan y vayan a estudiar un par de años física, química, ingeniería energética, ingeniería en computación, astronomía, ciencia, incluso arte. Que bajo contrato y pagaré firmado regresen a cambiar el país como retribución, o que paguen lo que costó su educación, si se quedan afuera.
Que vamos a apostar en grande y no en fierros y piedras, me gustaría escuchar de la presidenta.
Porque no necesitamos ‘comprar’ niños, como lo hace Finlandia, cuyo municipio de Lestijärvi ofrece un ‘bono bebé' de 10 mil euros por niño, pagado durante 10 años. O Corea del Sur, en donde el gobierno ofrece donaciones de unos 70 mil dólares por bebé.
Que la nueva mandataria explique por qué hoy lo que vale es la gente.
Que la presidenta destaque que para envidia de todos, aquí ya tenemos la población de niños más grande que jamás tendremos nuevamente y que a ellos los queremos prósperos y dignos patriotas, que por su voluntad cambien su escenario, en lugar de cerrar carreteras para sangrar el erario.
Es deseable que la presidenta note en qué mundo está. Uno en el que la vendedora de chips para inteligencia artificial Nvidia vale 2.1 billones (trillions) de dólares, cinco veces más que Exxon; el mismo mundo en el que Spacex, de la industria espacial, vale unos 200 mil millones de dólares, cuatro veces más que Ford o que la mexicana América Móvil.
Que la presidenta diga que entiende hacia dónde vamos y que quiere que los mexicanos sean de los que jalan el planeta, no de los que son arrastrados por sus tendencias.
Que entienda el valor de un país cuya economía es más grande que la de España o la de Suiza.
Se antoja mucho de la presidenta. Pero habrá que esperar al domingo o al lunes. Hay tiempo. El fin de semana les toca a ustedes hacerse notar. Que sea una fiesta histórica y que en unos seis años estemos orgullosos de lo que decidimos.