En los ochenta, él jugaba béisbol en los mismos campos de la UNAM en donde ahora el presidente López Obrador ocasionalmente va a ‘macanear’.
Su talento y consejos de otros lo llevaron a Boston, en donde fundó Greenlight Biosciences, una empresa que ataca lo que los pesticidas tóxicos combaten en la agricultura. Hace lo mismo, pero sin acabar con la fertilidad de la tierra.
Luego, llegó la pandemia y Andrey Zarur recibió millones de dólares de fondos privados para combatirla creando una ‘fábrica’ de reproducción de vacunas. Pero se necesitan más instalaciones, siete repartidas por el mundo, porque el ritmo mundial de producción va lento para vacunar a todos. Cada una cuesta unos 200 millones de dólares. Esa cifra equivale, digamos, a 2 por ciento de lo que cuesta una nueva refinería.
Éste es, textualmente, un fragmento de la idea de solución expuesta por Zarur para terminar ya con este virus (pueden ver la exposición completa aquí https://bit.ly/3F0s3GX).
“Proponemos una red de siete fábricas de vacunas de ARN capaces de vacunar rápidamente a toda la población humana. Se crearían mediante la construcción o conversión de plantas de fabricación de grado farmacéutico. Estas fábricas deberían distribuirse por todo el mundo de modo que la mayor parte de la población mundial viva a pocos días de viaje de al menos uno.
Una red mundial de vacunas traería varias ventajas:
-Mayor volumen.
-Riesgo reducido en caso de que algo le suceda a un sitio; menos huevos en una canasta. En los últimos meses, los principales sitios de vacunas fueron amenazados por incendios e inundaciones. El mundo casi perdió millones de dosis de vacunas, algo que no podíamos permitirnos. Cuantas más fábricas haya, más resistentes seremos a la pérdida de una.
-Insumos intercambiables: si alguna fábrica tiene problemas para obtener o fabricar un componente de vacuna (por ejemplo, los nucleótidos que forman el ingrediente activo del ARNm), entonces pueden obtenerse de otro sitio”.
El mexicano Andrey Zarur revela aspiraciones filosóficas catapultadas por pláticas con pensadores como Desmond Tutu, el histórico luchador social sudafricano que combatió el Apartheid y quien falleció el 26 de diciembre.
“Una vez me dijiste que tenía que ser siempre lo mejor posible, no por mí, sino por aquellos que amo. Desde ese día, he vivido mi vida de acuerdo con sus instrucciones. Gracias por tocar tantas vidas como lo hiciste. Gracias por tu amor sin fin”, publicó Zarur en su cuenta de Twitter ese día decembrino.
La propuesta del fundador de Greenlight Biosciences concluye con el momento histórico que enfrentamos todos.
“El último año ha sido un escaparate del poder de la ciencia y del ingenio humano. Pasar de descubrir un nuevo virus a obtener una vacuna para ese virus en millones de brazos en un año es extraordinario, cuando el proceso normal lleva una década o más.
Pero no estamos compitiendo contra nuestras propias expectativas, estamos compitiendo contra el virus. Incluso este esfuerzo asombroso y sin precedentes podría no ser suficiente si no vacunamos a suficientes personas lo suficientemente rápido para reprimir la pandemia.
Afortunadamente, hay cosas sencillas que podemos hacer. La construcción de las siete fábricas que prevemos podría aumentar la producción lo suficiente como para cambiar drásticamente la velocidad de implementación; y el costo de cada uno sería insignificante, en comparación con el costo de la pandemia en sí. Mejorar las tecnologías de las vacunas y las cadenas de suministro facilitaría el acceso a los brazos de las personas en los países en desarrollo mucho más rápido.
Nada de esto es insuperable o incluso especialmente desafiante tecnológicamente, y la tecnología de vacunas de ARNm es ideal para la tarea.
“Con voluntad política y una pequeña cantidad de efectivo inicial, podemos ver un regreso a la normalidad”, remata el innovador empresario.