Javier Murillo

Inteligencia artificial, el mejor atajo

Las respuestas y soluciones que ofrece la IA no son sólo esperanzadoras, sino una realidad concreta que sigue ensanchándose.

¿Podría acaso el ser humano sobrevivir y persistir como la especie dominante en el mundo y el sistema solar sin la inteligencia artificial (IA)?

Puede haber polémica al respecto. Algunos defensores de la prevalencia de la habilidad humana sobre el apoyo de los robots, por ejemplo, consideran que hombres y mujeres siempre encontrarán formas de resolver sus retos y seguir avanzando.

Otros, como la ingeniera Nuria Oliver, del Laboratorio Europeo de Aprendizaje y Sistemas Inteligentes (ente sin fines de lucro, dedicado a promover la investigación en esta área, en el Viejo Continente) simplemente creen que, a este punto, no podríamos ya sobrevivir sin la IA.

Ulterior a esa discusión, la buena noticia es que ese invento es una realidad cada día más penetrante en prácticamente toda la actividad humana. Y las respuestas y soluciones que ofrece no son sólo esperanzadoras, sino una realidad concreta que sigue ensanchándose.

No es exagerado establecer que esa inteligencia, creada por el ser humano, para conseguir metas con precisión y rapidez que sin ella jamás lograría, ya es la diferencia entre la vida y la muerte en algunos campos; por ejemplo, en la medicina.

No hace mucho que Google presentó una aplicación que logra identificar 238 dolencias de la piel además de predecir problemas cardíacos, ya puesta en práctica para advertir a más de uno los riesgos y mandarlo a tratamiento. Según el diario El País, el año pasado se invirtieron globalmente casi 14 mil millones de dólares en IA aplicada a medicamentos, y se constató que, gracias a dicho motor, se aceleró notablemente el descubrimiento de nuevos fármacos.

La llegada del SARS-CoV-2 implicó aumentar la rapidez con la que se desarrollan productos para frenar el avance de ese virus y detenerlo. Empresas como PostEra e IBM destacaron en los últimos meses en la fabricación de compuestos para mejorar la investigación contra la pandemia, con la que se sigue batallando, pero cada vez con más solidez; en gran parte, con la aportación de la IA.

En el mundo empresarial, esta herramienta es elemento cotidiano y ya insustituible aliado en pequeñas, medianas y grandes firmas, en tareas como la sustitución de quehaceres antes encargados a una secretaria (agenda, atención a clientes, respuesta a contactos telefónicos o de correo electrónico), hasta análisis de mercados y elaboración de estrategias de colocación de productos, en los momentos y condiciones más adecuados.

El mundo de la ciencia, con la exploración extraterrestre y el conocimiento del universo, hasta el entendimiento del clima y la protección de hábitats y especies (monitoreadas desde satélites, con programas inteligentes que detectan migraciones, crecimiento o amenazas de extinción) no se entiende hoy sin el apoyo de la IA.

La solución a nuestros inacabables retos, a nivel personal, nacional o global es quizá tarea sin fin, pero que tiene hoy en la inteligencia, con la que hemos dotado a programas y máquinas capaces de aprender, el mejor atajo para superarlos, antes de que muchos de los nuestros mueran, a tiempo para proteger a esos ejemplares que están por desaparecer, previo a invertir erráticamente el futuro de una empresa.

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