Gayle Allard

¿Cómo puede influir Trump en la economía de Estados Unidos?

 

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Lo que parecía imposible hace sólo unas semanas se ha hecho realidad: Donald Trump va a ser el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos (EU). ¿Cómo ha ocurrido esto y qué significa para la economía de EU? Para entender el fenómeno Trump hay que remontarse a la crisis financiera y las décadas de aumento en la desigualdad. La clase media y baja, muchos de cuyos miembros han perdido su trabajo o han visto estancarse sus salarios, está frustrada y enfadada. Aunque las propuestas que ofrece Trump, como el famoso muro entre México y EU, no van a solucionar sus problemas, se emocionan de ver que alguien se preocupa por ellos y les habla con lo que ellos perciben como honestidad. El mismo fenómeno ocurre en muchos países europeos que sufrieron la crisis, y casi todos acaban echando la culpa de sus males a los inmigrantes o a personas de otras razas o religiones.

Si Trump al final lograra convencer a los estadounidenses para que le votaran presidente, ¿cómo cambiaría la economía de Estados Unidos? De entrada, se volvería más proteccionista. Acuerdos como la Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP), tradicionalmente apoyados por los republicanos, probablemente no prosperarían y la marcha hacia un comercio global más libre se frenaría. Podría verse alguna medida para reducir las importaciones de productos chinos, que han acaparado tanta cuota de mercado en EU. También habría alguna limitación a la inmigración, una postura que ha servido de eje a la campaña de Trump desde el principio.

En cuanto al gasto público, el deseo de Trump de "hacer América grande otra vez" implicaría más gasto militar. Pero él insiste que no supondrá una carga para el contribuyente americano, porque quiere que los aliados de EU tomen más responsabilidad económica por su propia defensa. Por el lado de los ingresos, Trump quiere reducir impuestos y simplificar el sistema: una pareja ganando menos de 50 mil dólares, por ejemplo, no pagaría impuestos, y el tipo máximo del impuesto personal bajaría a 25 por ciento. Trump confía en compensar estos ingresos perdidos con un vago plan de simplificar deducciones y gravar más a las empresas grandes que retienen sus beneficios fuera del país. Es improbable que sus reformas consiguieran reducir la deuda pública y devolver las cuentas americanas al equilibrio, y podrían aumentar la desigualdad.

Sería difícil que las propuestas de Trump se llevaran a cabo. Incluso suponiendo que ganara en noviembre, tendría que contar con el apoyo del Congreso para sus reformas, y el movimiento Stop Trump podría privar a los republicanos de muchos de sus escaños. Además los cambios que propone son radicales. Van en contra de una larga tradición de apoyo al libre comercio e inmigración, en una nación de inmigrantes y comerciantes. En caso de implementarse, es probable que estas medidas acabaran reduciendo el crecimiento de la economía americana.

Pero si hemos aprendido algo de esta emocionante y sorprendente campaña, es que los americanos ya no tienen paciencia para politics as usual. Se sienten defraudados y lo que exigen son precisamente cambios radicales. También hemos aprendido que todo es posible…incluso una victoria de Donald Trump.

La autora es profesora IE Business School y economista estadounidense, profesora del IE Business School en Madrid.

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