Tenemos que comenzar a aceptar que no podemos con el problema del crimen organizado, que no podemos ganar esta lucha.
¿Ejemplos? Culiacán: más de 250 días de terror en esa ciudad y no hay para cuándo termine. ¿Ejemplos? Las cárceles. Siguen saliendo miles de llamadas de extorsión y fraude desde las cárceles sin que la autoridad pueda eliminar los celulares en las celdas ni bloquear la salida de las llamadas. ¿Ejemplos? Chiapas: cada vez es peor la situación por la presencia de traficantes de personas y de drogas, de grupos guerrilleros, de migrantes varados en la frontera. ¿Ejemplos? Según un informe reciente de la DEA, se produce fentanilo en todos los estados de la República.
Circula en estos días en Estados Unidos una lista de gobernadores, alcaldes y miembros de Morena ligados al narcotráfico, al huachicol y al lavado de dinero. Pero todos sabemos que el centro del problema se llama Andrés Manuel López Obrador. Todos lo vimos liberar a Ovidio, saludar a la madre de El Chapo Guzmán, convivir con los abogados del capo, visitar repetidamente Badiraguato; todos sabemos que su política de los abrazos consistió en no combatir al narco e irle cediendo vastas zonas del territorio nacional a cambio de apoyo electoral.
No podemos con el problema. Militarizamos el país, pero no podemos circular por nuestras carreteras. Varias de nuestras ciudades están catalogadas como las más peligrosas del mundo. Llevamos poco más de seis meses del nuevo gobierno y este ha sido incapaz de mostrar los resultados de la encuesta nacional de adicciones, porque sus resultados deben ser espantosos. La presencia militar se multiplicó: en las obras públicas, en la administración y próximamente dentro del Poder Judicial. Están en todos lados, pero no pueden ganarle la lucha al narcotráfico. No pueden o no quieren; quizá la estrategia castrense consista en dejar que el problema se desborde para que ellos surjan como los salvadores de la patria.
Masacres cotidianas, niños asesinados en mitad de balaceras, fosas clandestinas por todo México. Más de seiscientas mil personas muertas desde que comenzó esta guerra que no podemos ganar y que ha contaminado de raíz a toda la nación. La gente disfruta al máximo los narcocorridos. Los jóvenes toman como modelo a los jefes del narcotráfico. Dejó de ser hace tiempo un problema policiaco para convertirse en uno de salud pública y deterioro casi total de la moral social.
No debemos seguir pensando que podemos ganar esta guerra. A ojos de nuestro principal socio y vecino, somos un narcoestado. El problema no son solo los narcotraficantes, sino que estos están protegidos por el gobierno. Es como la plaga que ataca a las palmeras de la Ciudad de México. La dejamos cubrir nuestras palmeras hasta que terminó secando gran parte de ellas. Cientos de palmeras secas se encuentran por toda la ciudad. Un principio de realidad nos hace ahora talar las palmeras. No pudimos con el problema. Lo mismo que con el narcotráfico. Ya es hora de reconocer abiertamente que el problema nos rebasó, se salió de nuestras manos y no podemos controlarlo. Es hora de solicitar ayuda con urgencia.
Podríamos pedir ayuda a Estados Unidos, pero la experiencia histórica nos hace desconfiar. Son unos vecinos abusivos. Les damos la mano y se toman el pie y la pierna y, si nos descuidamos, se anexan Baja California, dado el ánimo expansionista de Trump, que quiere anexarse Canadá y Groenlandia y el Canal de Panamá.
Podemos seguir la fallida estrategia de Claudia Sheinbaum de negar la cooperación y la presión en un discurso dirigido a su público crédulo, mientras que bajo el agua permite y cede en todo. Barcos destructores frente a nuestras costas, aviones sobre nuestro territorio, drones, militares norteamericanos destruyendo laboratorios, centenares de soldados entrenando a nuestras tropas y la amenaza constante de que una buena mañana, para reforzar su popularidad en picada, Trump decida lanzar misiles a territorio mexicano.
Una solución posible es convocar la ayuda internacional. Un bloque de países americanos y europeos (porque la droga mexicana llega hasta Europa), liderados por México, para combatir al crimen organizado en todos los frentes: militar, financiero, político y social.
Necesitamos ayuda urgente antes de que se acabe por descomponer el país, antes de que los norteamericanos decidan unilateralmente iniciar operaciones militares en México para luchar “contra el terrorismo”.
Cuando se tiene un problema muy complejo, lo primero que se tiene que hacer es reconocer el problema. Medir nuestras fuerzas para saber si podemos contra él. A eso se le llama principio de realidad. Pues bien, nuestro problema es el crimen organizado y su alianza intolerable con varias esferas del gobierno y del partido oficial. No podemos y no podremos con este cáncer. Necesitamos que nos ayuden. No es cuestión de soberanía, sino de sobrevivencia. Una salida es solicitar ayuda internacional. Esta guerra ya la perdimos.