Colaborador Invitado

Modernizar para garantizar el agua

México pierde gran parte del agua tratada por fugas e infraestructura vieja; modernizar organismos operadores es urgente para evitar el desperdicio.

Hablar de agua en México no puede dejar de lado dos realidades crueles: por un lado, la creciente presión hídrica causada por sequías, cambio climático y expansión urbana; por otro, la pérdida alarmante de agua tratada en la distribución, debido a infraestructura obsoleta.

De acuerdo con estudios recientes, en América Latina se pierde en promedio alrededor del 40 % del agua potable producida antes de que llegue al usuario final, debido a fugas, conexiones ilegales, medición inadecuada o infraestructura deteriorada.

Esa es una proporción que no podemos ignorar. Significa que casi la mitad del recurso —ya extraído, tratado, distribuido— se desperdicia en el camino. En un país donde muchas regiones ya enfrentan estrés hídrico, esas pérdidas son inaceptables.

La modernización de los organismos operadores en el país no se reduce a cambiar tubos o pintar fachadas. Significa:

  • Detectar y reparar fugas sistemáticamente: implementar sensores, medición inteligente de consumo, monitoreo de presión en redes. Esto puede reducir la “agua no facturada” o “agua perdida” dramáticamente. Estudios internacionales en redes urbanas documentan que entre 25 % y 50 % del agua distribuida se pierde por fugas, conexiones clandestinas o errores de medición.
  • Actualizar la infraestructura hidráulica: acueductos, redes de distribución, plantas de tratamiento. En México los sistemas suelen ser antiguos, con tuberías dañadas, pérdida de presión y agua contaminada o desperdiciada.
  • Fortalecer capacidades operativas y técnicas: personal capacitado, instrumentos modernos, mantenimiento preventivo, planeación estratégica. Una gestión moderna requiere recursos humanos formados y procesos transparentes.
  • Planificación integral y visión de largo plazo: considerando el impacto del crecimiento urbano, cambio climático, sequías, demanda creciente. Hay que planear no solo para hoy, sino para décadas.

Como director del OOAPAS de Morelia, tuve la oportunidad de representar a Michoacán en la reciente convención ANEAS 2025, donde quedó claro que la crisis del agua no es un problema aislado: es un fenómeno nacional, compartido por diversas ciudades, con patrones similares de pérdida, desabasto e ineficiencia.

Para Morelia, modernizar significa asegurar que el agua tratada llegue de verdad a las casas, escuelas, hospitales, empresas y espacios públicos. Por ejemplo, rehabilitar pozos, modernizar redes, tener medición adecuada y planes de mantenimiento continuo. Solo así podemos garantizar el servicio ante sequías, crecimiento poblacional y demanda creciente.

Además, modernizar es justicia social. Cada litro que se pierde por fugas o ineficiencia es un litro que deja de estar disponible para quienes lo necesitan. Es una falla técnica, pero también una falla ética cuando se afecta a sectores vulnerables.

Convoco a las autoridades estatales, municipales y federales a respaldar decididamente la modernización de todos los organismos operadores. No con discursos, sino con presupuestos, regulaciones claras, incentivos a la eficiencia, iniciativas de transparencia y supervisión ciudadana.

Invertir en modernización no es gastar; es asegurar. Es transformar un costo recurrente —agua desperdiciada, fugas, reparaciones emergentes— en un activo: un servicio eficiente, continuo, confiable.

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