Colaborador Invitado

Los olvidados: 75 años después

Los jóvenes en situación de vulnerabilidad son reclutados por los cárteles y otras organizaciones criminales, ya ni siquiera como meros halcones, sino como auténticas armas.

Este noviembre se cumplen 75 años del estreno de Los olvidados, la obra maestra de Luis Buñuel que retrata con una crudeza inigualable la miseria y la violencia en los barrios bajos del otrora Distrito Federal.

A primera vista, la película podría parecer un producto de su época; sin embargo, lo impactante de la obra es su vigencia. Los temas que aborda continúan siendo actuales, y nos invitan a reflexionar sobre cómo nuestra sociedad sigue dejando atrás a los más vulnerables.

Buñuel retrata un mundo sin filtros, donde los niños y adolescentes no tienen más opciones que sobrevivir en un entorno hostil. La violencia y el crimen son, no solo un medio de subsistencia, sino una inevitable consecuencia de la exclusión social.

La película funciona como un espejo de la desigualdad y la falta de oportunidades, elementos que siguen presentes hoy en día, aunque con formas mucho más sofisticadas y peligrosas.

Si en la película se retrata el crimen en solitario o de pandillas, en el México contemporáneo ese fenómeno ha evolucionado hasta convertirse en un sistema estructurado y altamente letal. Los jóvenes en situación de vulnerabilidad son reclutados por los cárteles y otras organizaciones criminales, ya ni siquiera como meros halcones, como bien lo comunican organizaciones como Reinserta, sino como auténticas armas.

Quizá el ejemplo reciente más representativo sea el trágico asesinato del alcalde de Uruapan, perpetrado por un adolescente de 17 años. Este hecho ha conmocionado al país entero al haber expuesto la profundidad del alcance del crimen organizado en la juventud.

Además, nos demuestra la brutalidad de los cárteles, así como la facilidad con la que jóvenes en situaciones de vulnerabilidad son cooptados para actos de violencia extrema, generando un impacto devastador en las comunidades y en el tejido social.

Aunado al dinero, ha sido documentado cómo las organizaciones criminales usan las drogas como medio para manipular y controlar a los jóvenes en una etapa en la que su desarrollo cerebral está en curso, lo que incrementa el grado de peligrosidad.

Así, la realidad de estos jóvenes es, en muchos sentidos, un eco moderno de los personajes de Buñuel, quienes viven atrapados en un ciclo de exclusión, violencia y desesperanza que parece no tener salida.

La obra nos invita a plantearnos preguntas sobre justicia social, educación, inclusión y los efectos de la desigualdad.

¿Cuánto se ha avanzado en esta materia desde 1950 a la fecha? Ante casos como el de Uruapan y el crimen organizado actual, el mensaje de Buñuel adquiere una urgencia renovada: se necesita la acción de los tomadores de decisiones para diseñar políticas públicas que protejan a los adolescentes, prevengan su incorporación al crimen y garanticen educación y oportunidades dignas.

Revivir Los olvidados hoy no es un ejercicio de nostalgia por el cine de época, sino una oportunidad para reflexionar críticamente sobre nuestra sociedad.

La obra nos invita a cuestionarnos sobre las estructuras que permiten que la desigualdad y la violencia sigan reproduciéndose, y nos interpela a comprometernos con la construcción de un futuro más justo y equitativo.

Su vigencia nos exige no solo mirar, sino actuar, y hacerlo con políticas públicas claras que ofrezcan alternativas reales a quienes hoy podrían ser los sicarios del mañana.

El caso de Uruapan debe servirnos como recordatorio doloroso de la urgencia de estas medidas y de la necesidad de proteger a nuestros jóvenes antes de que el olvido los condene a la violencia.

Santiago Sierra

Santiago Sierra

Director asociado de IE School of Politics, Economics & Global Affairs

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