Colaborador Invitado

Navegar con estrellas errantes

Algo similar ocurre con los bancos centrales cuando buscan determinar si su política es expansiva o restrictiva con respecto al ciclo económico.

La brújula de los bancos centrales siempre ha tenido una estrella polar: la tasa de interés real neutral, conocida entre economistas como r*. En teoría, si la tasa de referencia que fija un banco central se ubica en ese nivel, no se estimula ni se frena a la economía, por ende, es el punto de equilibrio al que aspira la política monetaria. Durante décadas, se le consideró un parámetro casi fijo, como Polaris en el cielo: constante, confiable, orientadora. Pero la evidencia teórica y empírica más reciente sugiere que esa estrella se mueve.

La metáfora de “navegar por estrellas que caen” —título de un influyente trabajo de Rodolfo Campos, Jesús Fernández-Villaverde, Gonzalo Nuño y Pablo Paz— captura bien este dilema. Si el astro que debe guiar a los marineros no está fijo, ¿cómo saber hacia dónde ir? Algo similar ocurre con los bancos centrales cuando buscan determinar si su política es expansiva o restrictiva con respecto al ciclo económico.

En el caso de Banco de México, el reto se refleja en el propio rango neutral que la institución ha definido: entre 1.8 y 3.6%, con un punto medio en 2.7%. La amplitud del rango es el reconocimiento implícito de que la estrella polar de la política monetaria no es fija.

Todo indica que hoy el Banxico recortará la tasa de referencia en 25 puntos base, a 7.50%. Sería el décimo ajuste consecutivo. La tasa real ex–ante —calculada con expectativas de inflación a doce meses— quedaría en 3.74%, apenas 14 puntos base por encima del límite superior del rango neutral. A simple vista, parecería una postura apenas restrictiva. Pero ese cálculo descansa en la premisa de que la neutralidad se ubica al entrar al rango, cuando la literatura nos advierte que se trata de un objetivo móvil.

El contexto externo ha facilitado la maniobra. La Reserva Federal volvió a bajar su tasa, y todo apunta a que lo hará dos veces más este año. Eso redujo el riesgo de un diferencial demasiado estrecho entre México y Estados Unidos, lo que, junto con la resiliencia del peso, dio a Banxico margen de maniobra. En contraste, a nivel doméstico, la inflación volvió a subir: los precios no subyacentes mantienen su tendencia alcista, mientras que el componente subyacente sigue estable, aunque incómodamente arriba de 4%. Aunque la proyección de convergencia a la meta de 3% sigue fijada en 2026, la Junta se enfrenta a un dilema: por un lado, la postura relativa y el entorno externo permiten seguir bajando; por el otro, la inflación persiste y amenaza con asentarse en niveles superiores a su objetivo.

La dificultad está en evaluar qué tan restrictiva es realmente la política. Usar un punto—el 2.7%— o un intervalo fijo es tentador, pero la literatura más reciente muestra que r* se mueve por factores estructurales y coyunturales. Trabajos como el de Rachel y Summers sobre el estancamiento secular muestran cómo la demografía, la desigualdad y el exceso de ahorro han empujado a la baja el nivel neutral. Y lo más disruptivo: modelos neokeynesianos de agentes heterogéneos (HANK) demuestran que el nivel de deuda pública puede mover directamente la tasa natural, en la medida en que altera la disponibilidad de activos seguros para los hogares. En este sentido, la política fiscal y la monetaria no corren en carriles separados: se entrelazan en la determinación misma de la neutralidad. Para Banxico, esto implica que la amplitud de su rango neutral no es solo una cautela técnica: es un espejo del debate global. La neutralidad no es un número, sino un intervalo que refleja la incertidumbre de fondo.

De cara a la reunión de hoy, la clave no será tanto el recorte, que parece descontado, sino la señal que la Junta emita sobre su tolerancia frente a una inflación subyacente que se aferra a niveles por encima del 4%. Si prevalece la visión de que la postura es “todavía” restrictiva porque la tasa real ex–ante supera en décimas el rango neutral, Banxico podría optar por seguir bajando en lo que resta del año. Si en cambio algunos miembros consideran que la neutralidad se ha desplazado a la baja, podrían ver la política como apenas neutral, y sugerir una pausa a inicios del próximo año.

En cualquier caso, la discusión revela un hecho más profundo: la brújula que guía la política monetaria ya no apunta a un norte fijo. Igual que en la navegación antigua, cuando la estrella polar cambiaba con la precesión de la Tierra, la referencia de la neutralidad se mueve con el tiempo y con las condiciones de la economía. Banxico está, literalmente, navegando por estrellas que caen. Su desafío no es solo decidir si recorta 25 puntos base, sino cómo comunicar la incertidumbre inherente a su propio marco de referencia. La amplitud del rango neutral refleja la dificultad de fijar un ancla estable en un mar de cambios demográficos, financieros y fiscales. En los próximos meses, la tarea no será simplemente contar recortes, sino aprender a navegar con una estrella en movimiento.

Víctor Gómez Ayala

Víctor Gómez Ayala

Economista en jefe de Finamex Casa de Bolsa y Fundador de Daat Analytics

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