Colaborador Invitado

Aduanas: el frente invisible de la seguridad y la competitividad

Modernizar las aduanas es tan urgente como combatir la inseguridad, porque un país con fronteras débiles no puede aspirar a ser potencia.

En México solemos ver las aduanas como simples puntos de revisión, pero detrás de cada pedimento se libra una batalla silenciosa. Una que define si nuestro comercio es competitivo y si el Estado recauda lo que le corresponde.

En 2024, los agentes aduanales tramitamos más de 11.3 millones de operaciones que se tradujeron en ingresos por 1.2 billones de pesos para el país. Estas cifras nos colocan como un engranaje indispensable no solo para el fisco, sino también para la seguridad nacional.

No obstante, detrás de estas cifras alentadoras persiste el dilema si ¿serán nuestras aduanas capaces de responder a los retos de la economía global o quedarán atrapadas en la inercia burocrática?

La Presidenta Claudia Sheinbaum ha trazado una ruta clara hacia un México más competitivo, y desde el gremio coincidimos con esa visión. Pero nada será suficiente si no enfrentamos los obstáculos reales como rezagos tecnológicos, corrupción enquistada en algunos puntos fronterizos y una estructura normativa que todavía responde a un México del pasado. Modernizar las aduanas es tan urgente como combatir la inseguridad, porque un país con fronteras débiles no puede aspirar a ser potencia.

El contexto internacional nos pone bajo presión. Con el fenómeno del nearshoring, México tiene una oportunidad histórica de atraer inversiones que antes estaban en Asia, pero ninguna empresa apostará por un país donde los contenedores se pierden en trámites, donde los tiempos de despacho se multiplican y donde los riesgos de ilegalidad son altos.

Competir no significa sólo ofrecer mano de obra o cercanía geográfica, significa garantizar certidumbre aduanera.

Además, está el tema de la corrupción. No basta con prometer que no habrá refugio para la ilegalidad; necesitamos sistemas tecnológicos que reduzcan al mínimo la discrecionalidad, auditorías constantes y sanciones ejemplares. Cada acto de corrupción en una aduana no solo daña al fisco, sino erosiona la confianza internacional y encarece el día a día de millones de mexicanos.

La seguridad nacional también se juega en las aduanas. Cada contenedor revisado, cada pedimento validado y cada cruce monitoreado son barreras contra el ingreso de drogas, armas y mercancía de contrabando que financian al crimen organizado. No se trata sólo de recaudar impuestos o facilitar el comercio, sino de impedir que nuestras fronteras se conviertan en puertas abiertas a la ilegalidad.

Por ello, la inminente reforma a la Ley Aduanera debe ir más allá de ajustes técnicos.

Necesitamos candados electrónicos, trazabilidad en tiempo real y un esquema de colaboración estrecha entre el Estado y el gremio. Si esta reforma se queda corta, perderemos no solo ingresos fiscales, sino también la oportunidad de consolidarnos como líderes logístico en la región.

Por exagerado que parezca, buena parte del futuro del país se juega en las aduanas. Podemos convertirlas en un motor de desarrollo o permitir que sigan siendo un cuello de botella. Los agentes aduanales queremos ser parte de la solución, no del problema. La decisión está en manos del Estado.

José Ignacio Zaragoza

José Ignacio Zaragoza

Presidente de la Confederación de Asociaciones de Agentes Aduanales de la República Mexicana (CAAAREM)

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