Chiapas, según el INEGI, es el estado más pobre del país. Es una vergüenza nacional y responsabilidad de los gobernantes. Como chiapaneco, me duele y me provoca tristeza, rebeldía y coraje. «Tierra rica con pueblo pobre». Recursos humanos y naturales desperdiciados: agua, viento, tierra y millones de chiapanecas y chiapanecos sin oportunidades de trabajo y sin poder realizar sus sueños como seres humanos.
Las últimas cifras del INEGI sobre la pobreza son alarmantes para Chiapas. Detrás de estas estadísticas se refleja una fatalidad humana: desnutrición, analfabetismo, enfermedad y muerte.
Los gobiernos federales, con alguna excepción, no han sabido aprovechar el enorme potencial de esta entidad federativa. Desde siempre, la mirada de las autoridades ha estado en el centro y norte del país. Ha habido abandono, olvido y negligencia política. Bien los programas sociales, pero mal, muy mal, la inseguridad y la ausencia de proyectos de inversión productiva. La Federación no ha tenido reciprocidad con Chiapas. La relación ha sido desigual y extractiva. Los resultados están a la vista: 66 % de su población es pobre.
No podemos esperar cambios si seguimos haciendo lo mismo. Hay que poner en práctica otro modelo económico. El apoyo de la Federación, por goteo, es decir, inversiones aisladas, sin tratamiento conjunto e integral, no ha funcionado. Una carretera no modifica las condiciones de postración, un solo gasoducto no cambia la realidad, un solo parque industrial no hace la diferencia. El nuevo modelo debe contemplar la totalidad de instrumentos para aplicarlos de forma simultánea, con un plazo mínimo de cinco años, y continuar con esa dinámica para lograr que los proyectos maduren.
Urge una acción comprometida de los tres niveles de gobierno con una visión global y de mediano y largo alcance. La pobreza se combate con educación, salud, empleo e ingresos para la gente. Es momento de afrontar el reto y el desafío por Chiapas. Un nuevo Chiapas para los próximos cinco años. Las y los chiapanecos debemos exigir al gobierno federal un programa integral de inversiones públicas: infraestructura carretera y ferroviaria, gasoductos, producción de energías limpias, industrialización, infraestructura social y, sigo insistiendo, el megaproyecto turístico del norte del estado.
Ahí está el futuro de la República. Hay que convertir a Chiapas en un polo de desarrollo, en una zona de facilitación de inversiones nacionales y extranjeras ligadas a la exportación, aprovechando el potencial de millones de consumidores centroamericanos. Echar a volar la imaginación y luchar por un Tratado México-Estados Unidos-Canadá-Centroamérica con epicentro en Chiapas por su ubicación geográfica, recursos naturales y potencial turístico. Llegó el tiempo de sacudir nuestros miedos y ataduras ancestrales.
La participación de la iniciativa privada es indispensable y, por supuesto, la paz y el restablecimiento del Estado de derecho.