El autor es Decano de la Escuela de Ciencias Sociales de la UDLAP.
Negociar con Donald Trump es un gran reto para cualquier país, pues amenaza con el enorme poder que le da tener el mayor mercado del mundo con el mayor poderío militar, imponiendo su voluntad o tomando represalias.
Desde el fin de la segunda guerra mundial, los Estados Unidos garantizaron el orden mundial existente creado por ellos a partir de las ruinas de la segunda guerra mundial. Trump busca cambiar ese orden global. En vez de la visión liberal de sus antecesores, Trump tiene una visión realista-mercantilista del mundo, donde lo relevante es que impere la ley del más fuerte y la generación de superávits comerciales.
Trump cree que el mundo ha abusado de EU al tener un gran déficit comercial frente al mundo, lo que los internacionalistas atribuyen al papel del dólar como principal moneda global y al enorme déficit gubernamental de EU (lo que se demuestra con un simple análisis de las identidades contables de la balanza de pagos y las cuentas nacionales).
El pleno impacto de las acciones del gobierno Trump sobre las instituciones y los acuerdos internacionales que han sido la base del orden internacional es una incógnita, pero vulneran a la Organización Mundial del Comercio, rectora del libre comercio y los acuerdos regionales, al grado de que diversos actores hablan de replantear sus reglas y cuestionar su misma existencia.
La piedra angular de la OMC ha sido el trato de nación más favorecida o NMF (trato no discriminatorio entre naciones) y el trato nacional, lo que está siendo pisoteado por las acciones unilaterales que toma el gobierno Trump. La creación de acuerdos comerciales o uniones aduaneras está contemplada en la OMC en reconocimiento a las tendencias regionales de integración, pero bajo reglas diseñadas para salvaguardar el trato NMF, como el que los acuerdos incluyan sustancialmente todo el comercio entre las partes, lo que no está claro que cumplan los acuerdos anunciados por Trump.
Es decir, estaría permitido en principio la realización de acuerdos en los que EU le imponga aranceles del 15 por ciento a la Unión Europea y del 10 por ciento a Reino Unido a cambio de arancel cero a los productos estadounidenses, si estos socios comerciales de EU lo aceptan de mutuo acuerdo, pero habiendo cumplido con el artículo XXIV del GATT que obliga a que incluyan sustancialmente todo su comercio en el acuerdo.
Falta realizarse un análisis detallado de si se cumplirá con estos aspectos para que los acuerdos fueran debidamente avalados por la OMC. En el caso de un acuerdo de EU con China, la información disponible es que se continúa con las pláticas. Mientras entran en vigor los acuerdos anunciados y los que se están negociando y son avalados por la OMC, cualquier imposición arancelaria distinta a los compromisos de EU en la OMC sería violatoria.
Para entender por qué Reino Unido, la UE o Japón aceptaron acuerdos inequitativos, es necesario entender el papel de la seguridad. En el mundo pre-Trump las cuestiones comerciales normalmente no se ligaban a cuestiones de seguridad, pero hoy la relación es inevitable. La mayor amenaza para Europa es Rusia. A partir de la caída de la Unión Soviética, Europa y EU buscaron la integración de los países de Europa central y oriental a la Unión Europea y a la OTAN. El punto de quiebre vino con Ucrania. El temor es que Rusia invada a otros países pegados a su frontera con Europa, la cual nunca se preparó para su defensa sin EU, por lo que necesitan del armamento e inteligencia de EU para defender a Ucrania y a Europa misma. Con Japón sucede algo similar frente a China. El mundo occidental necesita de EU para defenderse. La pregunta es si a pesar de todas las concesiones recibidas, EU mantendrá sus compromisos de defensa. Mientras tanto, se puede esperar el fin de la OMC y del libre comercio.