La segunda mitad del año comienza para México en medio de un entorno global complejo y un panorama interno que combina retos significativos con oportunidades que podrían marcar un punto de inflexión para la actividad económica. En el plano internacional, la economía de Estados Unidos —motor clave para México— presenta señales mixtas. Aunque su desempeño general ha sido resiliente, comienzan a emerger focos de presión.
El mercado inmobiliario muestra signos de debilitamiento debido a tasas aún elevadas y precios altos; el crédito al consumo empieza a deteriorarse, y el gasto de los hogares podría moderarse ante mayores niveles de endeudamiento. Al mismo tiempo, el consumidor adopta una postura más cauta, lo que ha contenido en parte la transmisión inflacionaria, incluso frente a un entorno comercial más restrictivo. Aun así, los riesgos para la inflación siguen sesgados al alza, considerando que la política comercial del nuevo gobierno estadounidense aún no se estabiliza y podría generar nuevas presiones hacia el cierre del año.
En cuanto a política monetaria, la Reserva Federal mantiene una postura paciente. Aunque el consenso del mercado continúa anticipando recortes en el segundo semestre, la magnitud y el momento dependerán de la evolución del mercado laboral y la dinámica de precios. A pesar de las tasas elevadas, el dólar ha perdido algo de terreno recientemente, reflejando una desconexión temporal entre la política monetaria y el comportamiento cambiario.
En este contexto, México ha logrado destacar entre las economías emergentes. A pesar de la incertidumbre generada por el proceso de reforma judicial, el sentimiento entre inversionistas internacionales ha mejorado significativamente respecto a finales del año pasado, ya que se percibe una conducción económica más moderada y pragmática, especialmente en la relación con Estados Unidos, lo que ha favorecido una narrativa más positiva sobre la estabilidad macroeconómica y el atractivo relativo de México frente a otros países de la región. Diversos fondos internacionales han señalado al país como uno de sus destinos preferidos dentro de América Latina.
Un factor clave ha sido la posición comparativa de nuestro país en la reconfiguración del comercio global. En el actual entorno de disputas arancelarias, México mantiene un arancel efectivo relativamente bajo —en torno al 8%— frente a niveles considerablemente más altos en países como China. Este diferencial ha abierto oportunidades, aunque también conlleva riesgos.
Ante este panorama, México debe actuar con cautela en la próxima revisión del T-MEC. Aunque el proceso aún no ha comenzado formalmente, será clave observar cómo evolucionan las negociaciones comerciales globales mientras se gestiona el frente bilateral. Precipitar una revisión o renegociación del tratado podría traducirse en la pérdida de ventajas relativas frente a otros países, especialmente frente a competidores asiáticos.
En el ámbito interno, el crecimiento económico sigue siendo limitado, pero podrían surgir condiciones más favorables hacia el segundo semestre. Tras un primer semestre débil, se anticipa una mejora gradual, particularmente si la revisión del T-MEC brinda certidumbre para inversiones asociadas al nearshoring. También se espera una mayor dinámica en la inversión, impulsada por programas de colaboración público-privada. Además, la tendencia descendente en las tasas de interés podría brindar un impulso adicional a la inversión productiva.
El consumo, por su parte, ha mostrado resiliencia y podría fortalecerse si la inversión se reactiva. La combinación de una masa salarial en expansión, la recuperación de la confianza del consumidor, un tipo de cambio favorable y una mayor cobertura de programas sociales podría impulsar el gasto en servicios y bienes discrecionales.
No obstante, persisten riesgos: la generación de empleo formal se ha moderado, la subocupación ha repuntado y los flujos de remesas podrían verse afectados por una política migratoria más estricta. Aunque el volumen total de remesas sigue siendo alto, el monto promedio por operación ha disminuido, lo que sugiere una mayor presión sobre los ingresos disponibles de los migrantes.
Finalmente, en materia de política monetaria local, Banxico ha adoptado un tono más flexible. Las minutas recientes y el Informe Trimestral sugieren que hay espacio para recortes adicionales en la tasa de referencia. No obstante, el banco central mantiene una postura prudente, considerando los riesgos externos, el comportamiento de la Fed y la sensibilidad de la inflación local a choques globales.
En resumen, México se encuentra en una posición relativamente sólida frente a otras economías emergentes. Sin embargo, la segunda mitad de 2025 estará marcada por una mayor volatilidad externa, decisiones clave en política comercial, ajustes institucionales internos y una economía que podría comenzar a retomar dinamismo, aunque de forma gradual.