México está en un momento clave. En un mundo cada vez más conectado y sensible a los grandes retos globales, nuestra reputación como país es un gran activo que vale la pena cuidar. Así como una empresa cuida su marca, México necesita entender que su buena imagen impulsa la inversión, el turismo y las alianzas internacionales, esenciales para nuestro progreso.
El estudio RepCore® Nations 2023, de Reputation Lab, nos señala que hoy ocupamos el lugar 42 de 60, en una categoría de “moderada débil”. Más que un motivo de desánimo, esto es un llamado para ver en qué podemos mejorar y contar una historia más atractiva sobre lo que México ofrece, fortaleciendo atributos “no blandos” que den certeza a los stakeholders internacionales sobre el futuro de la nación. Habrá que ver si tenemos un punto de mejora en la edición de 2024.
Frente a este panorama, es momento de destacar lo que nos hace únicos: nuestra cultura vibrante, la riqueza histórica, la gastronomía y la calidez de la gente. Al mismo tiempo, conviene reforzar nuestro compromiso con el medio ambiente, el bienestar social y las buenas prácticas de gobernanza empresarial (ESG).
Gracias a nuestra privilegiada ubicación geográfica, tenemos una gran oportunidad para atraer inversiones. Podemos invitar a empresas que compartan nuestros valores de sustentabilidad y, de paso, fijar criterios claros que aseguren un desarrollo equilibrado: crecimiento económico que conviva con la protección del entorno y el bienestar de las comunidades.
Sabemos que aún hay desafíos reputacionales que se deben trabajar. La percepción de inseguridad, algunos retos en la gobernanza y la necesidad de una mayor transparencia pueden mejorar; con pasos concretos y una comunicación sincera sobre nuestros avances, demostraremos que estamos dirigiéndonos hacia un México más seguro, justo y abierto.
Es así que, para lograr una reputación sólida, es clave que empresas, sociedad civil y autoridades hablemos con un mismo mensaje: uno que refleje nuestra visión de futuro, alineado con los estándares del G7 y los principios ESG.
Mantener una narrativa nacionalista puede ser bueno en tanto es la vía natural para fortalecer nuestra identidad histórica y cultural; no obstante, puede ser un arma de doble filo en la estrategia de comunicación global si se percibe como excluyente. Es importante equilibrar este tipo de narrativas con un mensaje de apertura y colaboración internacional. Debemos mostrar al mundo que México es un país orgulloso de su identidad, pero también comprometido con la construcción de un mundo más justo y equitativo, lo que nos convertirá en un socio confiable y comprometido.
Y la gran oportunidad para reforzar nuestra imagen positiva está puesta a punto: el Mundial de 2026 debe ser aprovechado como plataforma de comunicación y vinculación con países, organizadores y agentes internacionales, garantizando que el evento sea un éxito y, al mismo tiempo, abonándole a todos estos atributos de los que hemos hablado (que no nos pase lo que a Catar).
En definitiva, la reputación de México nos involucra a todos. No basta con desearla; es necesario dedicarle esfuerzo y coordinación. Juntos podemos construir una imagen que muestre lo mejor de nuestro país, su gran potencial y nuestra pasión por un futuro sostenible. La gran pregunta es: ¿estamos todos, sector público, privado y sociedad, listos para sumarnos a este gran reto y trabajar de forma proactiva y propositiva en la construcción de este activo estratégico clave?