La nueva administración estadounidense heredó una economía en su quinto año de expansión, con un consumo sólido, un mercado laboral robusto y una inflación cerca del objetivo del 2%. Sin embargo, desde principios de 2025, EU enfrenta grandes cambios políticos: aranceles al nivel más alto en un siglo, restricciones migratorias estrictas y un paquete fiscal que recorta impuestos, pero arriesga un aumento del déficit.
Los aranceles, que ahora alcanzan un promedio del 15%, seis veces más que en 2024, amenazan con reducir la demanda y frenar el crecimiento. Aunque algunas empresas absorberán parte del costo en sus márgenes, el consumidor final sufrirá el mayor impacto inflacionario en los precios de bienes en la segunda mitad del año. Por otro lado, la emisión de visas migratorias cayó un 20% anual en mayo, la cifra más baja desde la pandemia, y las deportaciones están en aumento. Si esta tendencia continúa, la reducción del flujo migratorio limitará uno de los motores clave del mercado laboral estadounidense, justo cuando la generación Baby Boomer se retira masivamente.
Mientras tanto, los recortes de impuestos por la nueva ley fiscal “One Big and Beautiful Big Act”, con efectos retroactivos a enero de 2025, aumentarán temporalmente el ingreso disponible de los consumidores a inicios de 2026. A largo plazo, no obstante, el impacto negativo de los elevados aranceles podría superar los beneficios fiscales. A pesar de los recortes de gastos incorporados y de los ingresos anuales potenciales de 300 mil millones de dólares que podrían generar los aranceles, estos no compensarían los recortes de impuestos y la pérdida estimada de 4.5 billones en ingresos públicos durante los próximos diez años. Ante esta incertidumbre fiscal, la mayoría de los escenarios proyectan un rápido incremento en el déficit fiscal estadounidense.
La secuencia de estos cambios políticos es clave, ya el impacto económico podría sentirse como una montaña rusa: una desaceleración del crecimiento del PIB al 1% hacia fines de 2025, seguido por un repunte breve en 2026 debido al impulso fiscal y una nueva desaceleración hacia un crecimiento del 2% a finales de ese mismo año. Un mercado laboral que se enfría combinado con presiones inflacionarias probablemente mantendrá a la Reserva Federal (Fed) paciente y cautelosa, recortando las tasas solo una o dos veces durante el resto de este año, a menos que haya una recesión. En otras palabras, la tasa de referencia de la Fed, actualmente entre 4.25-4.50%, podría permanecer alta por más tiempo.
A pesar de mucha volatilidad, los mercados han tomado las noticias del primer semestre de 2025 con cierta dosis de optimismo. Después de una corrección máxima del 19% para el S&P 500, las acciones de EU se han recuperado desde la pausa de 90 días de los “aranceles recíprocos” en abril, lideradas por las Magnificent 7, y ahora están un 7% arriba en el año. La renta fija demostró su valor como diversificador con el índice U.S. Aggregate subiendo un 1.9% (superando el efectivo que subió un 1.1%), mientras que las acciones internacionales superaron a las de EU por 1,200 puntos básicos. Se evitaron los peores escenarios, los riesgos de recesión disminuyeron y la economía sigue resiliente, proporcionando un respaldo favorable para los activos de riesgo.
Pero aún sigue la pregunta: ¿Se traducirá este panorama económico y político incierto en más estrés, o seguirán los mercados viendo el vaso medio lleno? Afortunadamente, de cara a la segunda mitad de 2025, la política ha pasado de ser un problema agudo a uno crónico para los mercados. Ya no causa volatilidad tan drástica en el día a día, pero aún requiere atención debido a sus efectos secundarios. Además, las acciones de EU están vulnerables a nuevos choques.
Los inversionistas no deben intentar predecir el futuro con precisión, sino reequilibrar carteras concentradas en EU tras más de una década de dominio. La clave es mantenerse selectivo, diversificado y priorizar activos de calidad. Una asignación a renta fija de duración corta o intermedia, en bonos gubernamentales, corporativos y securitizados, ofrece ingresos estables. Incluir algo de duración protege contra recesiones, pero extenderla demasiado es riesgoso debido a las preocupaciones por el déficit, que mantendrán elevada la prima de riesgo y la volatilidad en la curva de bonos. En renta variable, es importante mirar más allá de las Magnificent 7 y buscar empresas de infraestructura digital, ciberseguridad, software, industriales y servicios públicos, que seguirán atrayendo flujos globales a medida que aumente la adopción de IA. Diversificar hacia Europa, Japón y mercados emergentes, con valuaciones atractivas y oportunidades en tecnología, friendshoring, gasto fiscal y reformas corporativas, sigue siendo una estrategia sólida para 2025. Además, activos alternativos como infraestructura ofrecen protección contra la inflación y flujos estables.