Colaborador Invitado

En el ejercicio del poder tiros de precisión, no escopetazos

Requerimos de un nuevo modelo de desarrollo con un presupuesto que limite el gasto corriente, que conserve los programas sociales, pero que pause temporalmente o cancele los enormes subsidios improductivos, escribe Roberto A. Albores Guillén.

Los políticos, con frecuencia, confunden objetivos con instrumentos. La razón de ser del poder es transformar a la sociedad y garantizarle libertad, respeto a su dignidad humana, seguridad, salud, educación y bienestar. Hacer que sus sueños se conviertan en realidades.

Esta es la misión de los gobernantes como servidores públicos, empleados de la gente que, con el tiempo, se han olvidado de esta condición y en la práctica una gran mayoría de los ciudadanos están al servicio de la burocracia. Un contrasentido, una distorsión y una violación al mandato ciudadano.

El presupuesto, entre otros, es un instrumento fundamental para hacer un país más justo, combatir y desterrar la pobreza y garantizar la paz. Un presupuesto que dé certeza y claridad al ejercicio político, definiendo metas y prioridades con precisión. Con presupuestos divorciados de la realidad, con diagnósticos fuera de contexto y acríticos no podemos aspirar a resultados exitosos.

El actual presupuesto federal, aprobado por el Congreso, no se ajusta a estos criterios y fundamentos. Es un presupuesto parche, de obligada transición emergente. Se reduce la inversión en infraestructura productiva, alto déficit y gastos y subsidios que ahogan las posibilidades de crecimiento. Urge un nuevo presupuesto que busque el desarrollo nacional, con compromisos específicos y programas que reactiven la economía.

Requerimos de una nueva visión económica. Un nuevo modelo de desarrollo con un presupuesto que limite el gasto corriente, que conserve los programas sociales, pero que pause temporalmente o cancele los enormes subsidios improductivos y destine el máximo de recursos a crear la infraestructura productiva del futuro del país.

La participación de la iniciativa privada es fundamental. El gobierno debe garantizar seguridad y confianza a la inversión convirtiéndose en su promotor. Abrirse a las nuevas corrientes económicas y comerciales del mundo y no depender de un solo mercado.

México no puede seguir perdiendo el tiempo y las oportunidades. Es hora de aprovechar la coyuntura y la crisis mundial. Para Estados Unidos, nuestro país es fundamental y estratégico. Sin México y Canadá quedaría frágil, solo en el concierto de la economía global y al margen de las nuevas y poderosas alianzas.

Ante estas circunstancias, debemos asumir una actitud más proactiva y de mayor confianza en nosotros mismos para negociar a nuestro favor, pasando del banquillo de los acusados a ser actores exigentes de un trato preferencial que incluya a la frontera sur para su desarrollo. Hay que negociar en posición de fuerza. Ya lo demostró Trump con Irán.

El ejercicio del poder requiere de tiros de precisión, no escopetazos. En mi opinión, en materia presupuestaria habría que dar prioridad al ambicioso programa de la presidenta de construir una gran red nacional de ferrocarriles de pasajeros y carga que incorpore a la frontera sur, concluir el proyecto transístmico que une al Golfo con el Pacífico, industrializar la frontera sur y desarrollar el megaproyecto turístico del norte de Chiapas.

Esta acción nueva de gobierno representará un cambio sustantivo, en beneficio del país. No podemos esperar transformaciones si seguimos haciendo lo mismo. Llegó la hora de sacudirnos la polilla, arrojar los pesados fardos del pasado y acariciar los vientos frescos del porvenir.

Roberto  Albores Guillén

Roberto Albores Guillén

Exgobernador de Chiapas

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