En México, las enfermedades del corazón son la principal causa de muerte a nivel nacional. Durante décadas, padecer insuficiencia cardíaca ha sido sinónimo de una cuenta regresiva para muchas personas. Pero, gracias a los avances médicos y a la generosidad silenciosa de donadores anónimos, un trasplante de corazón representa hoy, una segunda oportunidad, que aumenta la esperanza de vida entre 10 y 20 años de los pacientes-receptores.
Desde hace casi cuatro décadas, cientos de corazones de niños y adultos han vuelto a latir. Cirujanos cardiotorácicos, equipos de enfermería, anestesiólogos, intensivistas y procuradores de órganos se han convertido en eslabones de una cadena que combina ciencia, técnica, humanidad y vocación.
En cada trasplante hay una historia de entrega silenciosa, de ciencia con alma y de personas que han hecho del latido de corazón su vocación. Tres nombres han marcado un antes y un después en la medicina mexicana: el Dr. Rubén Argüero Sánchez, el Dr. Valentín Herrera Alarcón y la Dra. María del Sol García Ortegón.
El Dr. Rubén Argüero Sánchez realizó el primer trasplante de corazón en México en el Centro Médico Nacional La Raza del IMSS, el 21 de julio de 1988 y sembró la semilla de una nueva era quirúrgica. Desde entonces, se han realizado más de 700 trasplantes cardíacos que han transformado vidas y abierto caminos a una medicina cada vez más avanzada en nuestro país; sin olvidar su legado en la formación de nuevas generaciones de médicos como profesor emérito de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El Dr. Valentín Herrera Alarcón, quien inspirado –siendo niño- al ver la transmisión del primer trasplante de corazón realizado en el mundo por televisión, se convirtió en el primer cirujano en realizar un trasplante de corazón en el Instituto Nacional de Cardiología “Dr. Ignacio Chávez”, el 1 de julio del año 2000. Su formación lo llevó de la cirugía general, a la cirugía cardiovascular por la UNAM hasta especializarse en la preservación de válvulas, vasos y trasplante cardíaco en el Hospital Clínico de la Universidad de Barcelona.
“Ver el corazón latir, detenerse, calentarse y volver a latir es algo que nunca deja de conmoverme”, aseguró el Dr. Valentín Herrera, quien desde 1997 es médico adscrito en el Instituto Nacional de Cardiología, durante su participación en Latido 25, Hablemos desde el Corazón, evento organizado por el Instituto Global de la Comunicación y la Academia Mexicana de la Comunicación, en coordinación con la Facultad de Medicina de la UNAM y la Academia Mexicana de Cirugía en donde recordó que ese primer trasplante representó desafíos técnicos, resistencias institucionales, carencia de equipo, falta de recursos y escepticismo. Sin embargo, la fe en la ciencia le permitió abrir una nueva era en la medicina mexicana.
En 2017, la Dra. Sol García Ortegón se convirtió en la primera mujer en realizar un trasplante de corazón en América Latina en el Centro Médico Nacional “20 de Noviembre” del ISSSTE. El dominio de la cirugía robótica cardiovascular la llevó a romper paradigmas y efectuar un promedio anual de 80 cirugías cardiovasculares.
“No se trata solo de abrir un tórax, sino de abrir caminos”, subrayó durante su intervención en Latido 25, Hablemos desde el Corazón en donde enfatizó la importancia de romper techos de cristal en la cirugía de alta especialidad y formar nuevas generaciones de médicas con liderazgo y sensibilidad: “El corazón no distingue género, clase ni ideología. Late por igual en todos. Nuestra tarea es asegurarnos de que siga latiendo… Podemos operar con robots, asistirnos con inteligencia artificial o proyectar corazones en 3D, pero no debemos olvidar que detrás de cada cirugía hay una historia”, señaló al hacer un llamado a entender que la tecnología es una aliada de la empatía y no un sustituto de la ética médica”.
Mientras existan corazones que laten con propósito, habrá razones para construir esperanza. Cada trasplante relata una historia de avances médicos, de amor, de lucha y vida. Donar un corazón constituye uno de los actos más nobles del amor. Y en cada trasplante exitoso está la vocación de médicos que transforman vidas.