Colaborador Invitado

¿Existe la justicia?

Si la justicia no se viviera en el día a día, el mundo habría colapsado hace millones de años.

Profesor de Derecho Constitucional Universidad Panamericana.

Creo no equivocarme en una percepción que viene de un sentimiento presente: el mundo está revuelto. Trump en EU impone aranceles por doquier; Sheinbaum, de México, impulsa revueltas en los Ángeles; Pedro Sánchez se tambalea en el gobierno español; la expresidenta Kirchner es condenada a prisión en la Argentina; se dice que Israel ataca a objetivos nucleares y militares en Irán; hay crisis humanitaria y riesgo de hambruna en Sudán; se genera un despliegue de la Guardia Nacional en Texas ante marchas anti-Trump; en fin, el mundo es un caos. Parece que no hay esperanza.

Aunado a ello podríamos acumular las dudas razonables que se comentan en torno a la elección judicial. En el “Informe Preliminar de la Misión de Observación Electoral de la OEA para las Elecciones del Poder Judicial en México” se concluyó que la misión no recomienda que este modelo de selección de jueces se replique para otros países de la región. En suma, en lo global y en lo local parece no irnos bien.

Derivado de tales acontecimientos en el orbe, ¿es posible afirmar que en el mundo existe la justicia?, ¿alguien en su sano juicio lo podría afirmar? Me parece que de un análisis superficial es imposible. No perdamos de vista que la justicia es darle a cada quien lo suyo, lo que le es debido: ni más ni menos. Ante los acontecimientos descritos y la percepción que generan es evidente que la justicia no existe, que es imposible o, en el mejor de los casos, inalcanzable.

Pese a todo lo negativo del contexto, querido lector, quisiera hacer la siguiente reflexión: si la justicia no se viviera en el día a día, el mundo habría colapsado hace millones de años. Hoy, ¿le diste a tu esposa un beso al despertar?, ¿le diste los buenos días al conserje?, ¿ayudaste a tu hijo/hija a ordenar su mochila?, ¿cumpliste con la entrega en tu empleo que era necesaria?, ¿atendiste esa reunión que estaba agendada?, ¿buscaste a ese cliente que lo necesitaba?, ¿platicaste con ese amigo que te pidió ayuda?, ¿volviste a casa a darle un beso a tu esposa y a cambiar el foco que estaba fundido?, ¿pagaste lo que debías en la tienda?, etc.

Pues todos esos actos son actos de justicia. No debemos olvidarlo. En términos de la teoría de la justicia de mi maestro, el doctor Eduardo Preciado Briseño, ésta se hace consistir en que todos cumplamos con nuestro deber, por pequeño que sea, en ese deber de cada instante.

Entonces, ¿por qué nuestra percepción de la realidad es de una injusticia extrema? No niego que exista dicha injusticia, siempre existirá. No obstante, no nos damos cuenta de que hay mas justicia que injusticia. Por ejemplo, son millones de transacciones bancarias al día a través de las cuales muchas personas están pagando lo debido; son muchas las personas que se detienen ante la luz roja; son muchas las personas que respetan a sus empleados, colaboradores, colegas, compañeros, estudiantes, etc.

El problema de la insensibilidad a lo justo lo advierto en doble vía:

1) A los seres humanos nos fascina lo desafiante. Ahí dónde advertimos algo que es diferente lo criticamos y lo acentuamos. Nos encanta el show, al punto de que: ¿podríamos pensar en un titular a ocho columnas que dijera que un padre ha cumplido con su pensión alimenticia por veinte años?, ¿Se imaginan un reportaje en televisión que diera cuenta de una trabajadora que ha cumplido con llegar a tiempo a su empleo durante los últimos diez años?, ¿o una persona que no se ha pasado la luz roja en siete meses?, o, por qué no, ¿en un esposo que ha besado por la mañana a su esposa?, o ¿una persona que ha ido a encomendar a su familia a Dios? La justicia y lo justo no suele ser objeto de la opinión pública.

2) La percepción de lo justo en la sociedad ha sido comúnmente aceptada con la idea de que hay que tratar a todos por igual. La justicia implica que todos seamos tratados de igual forma y manera, es decir, ser justo implica tratar a todos de igual forma, manera y estilo. Sin embargo, esa percepción es errónea. La justicia implica darle a todos las mismas cosas siempre y cuando sean titulares de los mismos derechos. No por nada el Jefe Ari señalaba que “en la justicia está toda virtud en compendio.” Darle a cada quien su derecho pero no las mismas cosas si no son titulares de los mismos derechos. Ello implica ser prudente, fuerte, templado y, por tanto, justo.

En resumen, claro que existe la justicia. Todos la vivimos en mayor medida, todos los días. El día que se alteren esas proporciones, es decir, que haya menos actos justos que injusticias nuestra existencia desaparecerá. Por tanto, sigamos viviendo la justicia en el día a día, aún y cuando pareciera que por el modelo mexicano ya no existe.

¹ Aristóteles, Ética Nicomaquea, 17ª ed., trad. de Antonio Gómez Robledo, México, Porrúa, 1998, colección “Sepan cuantos…”, Libro V, p. 59.

@fvgb10

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