El envejecimiento de la población es un reto importante para el sistema de protección social en México. Pero hay un factor adicional que eleva la complejidad: el cambio climático está incrementando el potencial de pérdidas, especialmente para los grupos más vulnerables, como los adultos mayores. Según la , en 2025 los eventos climáticos extremos serán más frecuentes e intensos, impactando especialmente a estos grupos. En este contexto, el sector asegurador tiene una responsabilidad estratégica y una gran oportunidad de integrar inteligencia de datos y análisis predictivo para anticipar riesgos y ofrecer soluciones a la altura de este desafío.
Eventos como sequías prolongadas, olas de calor, lluvias torrenciales o inundaciones afectan de manera desproporcionada a los adultos mayores, tanto en salud como en seguridad financiera. Son eventos impredecibles que deben ser atendidos por el sector asegurador con apoyo de herramientas como modelos climáticos, big data, inteligencia artificial y análisis geoespacial para mapear mejor y anticiparse a los riesgos, así como diseñar productos más precisos y accesibles para quienes más los necesitan.
Un ejemplo de esto es la integración de datos de riesgo climático en la contratación de pólizas, que permiten no solo mejorar la precisión en la evaluación del riesgo, sino también ajustar coberturas y primas de manera más equitativa y sostenible. Para los adultos mayores, esto se traduce en productos que reflejan su realidad, que los protegen frente a fenómenos crecientes y que no los excluyen por su edad o condición.
Uno de nuestros arroja que, aunque el 88% de las aseguradoras reconocen la importancia de la tecnología en la contratación, solo el 17% tiene hoy las capacidades adecuadas para implementarla. Es primordial comenzar a atender esto, pues si esta cifra es alta es debido a que existe interés de por medio.
Otra acción importante es seguir desarrollando plataformas digitales que faciliten el acceso a seguros —incluso en zonas urbanas densas o marginadas— mediante procesos de contratación remota, ágil y personalizada, lo cual permitirá crear conexiones más significativas con las personas. Para lograrlo, se requiere también de políticas que impulsen la adopción tecnológica, fomenten la recopilación de datos abiertos y fortalezcan la infraestructura digital, acelerando así esta transformación.
En resumen, el envejecimiento poblacional y el cambio climático no son desafíos independientes, sino que están interconectados; y ambos exigen una respuesta innovadora, basada en datos, colaboración y con un enfoque claro en la prevención. México tiene la oportunidad de liderar una nueva forma de asegurar: una que anticipe, proteja e incluya. Y en ese camino, la tecnología y la colaboración son el motor que puede marcar la diferencia.