Colaborador Invitado

Entre la inflación y la desaceleración: ¿qué prioriza Banxico?

El papel de Banxico es preservar el poder de compra del peso, más allá de los posibles efectos desinflacionarios de una contracción económica.

Este jueves, el Banco de México anunciará su cuarta decisión de política monetaria del año. Todo indica que volverá a recortar la tasa de interés, como lo ha hecho en sus tres reuniones previas. La diferencia con la Reserva Federal de Estados Unidos es notable: allá, han decidido mantener la tasa sin cambios mientras observan cómo evoluciona la economía ante el impacto de los aranceles que han entrado en vigor en distintos momentos, con potenciales afectaciones en diversas mercancías y en los empleos asociados a esas industrias. Una crucial diferencia con la Fed es su doble mandato, de estabilidad de precios, es decir, mantener una inflación estable en un objetivo de 2% y pleno empleo. Aquí, a pesar de que el mandato es único (preservar el poder adquisitivo del peso mexicano), la inflación sigue por encima de lo esperado, el Banxico sigue disminuyendo los costos del financiamiento al recortar la tasa de interés.

¿Le parece que la lógica del Banxico parece confusa? En principio, bajar la tasa de interés estimula el gasto y puede presionar aún más los precios al alza. Mientras tanto, las encuestas de expectativas apuntan a una inflación cercana al 4% al cierre del año, lejos del objetivo de 3% y de los cálculos que el Banco hace para explicar sus recortes. Banxico podría estar proyectando una trayectoria descendente que el mercado no comparte.

Algunos de los miembros de la Junta de Gobierno del Banco justifican la baja de tasas por el estancamiento económico que atraviesa México; la inversión pública y privada acumulan caídas desde la segunda mitad de 2024 y con ello se descarta un cambio de tendencia en el crecimiento. Pero esto ocurre en un contexto donde los precios de mercancías y alimentos siguen subiendo, los subsidios a la energía se han reducido y los precios de la proteína animal registran fuertes aumentos. La inflación en México lleva ya cuatro meses consecutivos al alza y cualquier choque externo podría acelerar el incremento generalizado de precios rápidamente.

Todo esto ocurre en un entorno internacional volátil, con tensiones geopolíticas, alzas en los precios del petróleo y señales de desaceleración económica en Estados Unidos, lo cual podría significar el combo perdedor: estancamiento económico e inflación. En EUA, la Fed prefiere esperar antes de recortar tasas para no alimentar las expectativas de inflación, a pesar de tres lecturas consecutivas a la baja. Así, la Fed prioriza el mensaje de que las expectativas de inflación deben contenerse. ¿Es acaso que el Banco de México está viendo una película diferente a la del mercado, que estima incrementos en la inflación de mediano plazo?

La lógica del Banco pareciera ser que la tasa de interés en México se encuentra en territorio restrictivo y 4 puntos porcentuales por arriba de la de Estados Unidos, por lo que la economía pudiera beneficiarse de menores tasas de interés en el corto plazo y aun así mantener una trayectoria de inflación consistente con su propia meta de inflación de 3% anual.

El debate dentro de la Junta de Gobierno del Banco seguramente será si es momento de pausar los recortes. Tres razones lo justifican: uno, la trayectoria de la inflación en México es ascendente desde hace 3 meses; dos, los precios internacionales del petróleo y las afectaciones al comercio internacional provocadas por la política proteccionista de Trump, así como las consecuentes reacciones del resto del mundo, podrían alimentar las expectativas de inflación global en el mediano plazo; y tres, la inflación en México tiene elementos domésticos que impiden que sea posible contenerla con la velocidad que se requiere.

Si bien la economía nacional enfrenta debilidad estructural, agravada por un lado por la caída en la inversión doméstica y por el menor dinamismo en Estados Unidos, además de que la política arancelaria estadounidense impactará nuestras exportaciones hacia ese país, el papel de Banxico es preservar el poder de compra del peso, más allá de los posibles efectos desinflacionarios de una contracción económica.

Hacer política monetaria es una tarea compleja: no puede ignorar las señales del mercado, pero a la vez debe incorporar las presiones inflacionarias advertidas por el mercado. Ojalá todos los integrantes de la Junta de Gobierno del Banco de México tengan presente que, sin estabilidad de precios, no hay crecimiento sostenido posible. Porque aunque el crédito sea más barato, la estabilidad de precios es crucial para la planeación tanto de las empresas como de los consumidores. Para reactivar la inversión se necesitan otros elementos de la conducción del gobierno federal y del Estado mexicano en su conjunto, empezando por mejorar las condiciones de certeza jurídica, que exceden por mucho el ámbito de competencia del Banco. Por el contrario, la inflación resta competitividad a la producción nacional, reduce el ingreso disponible de las familias e impide la recuperación del mercado laboral; y en ese rubro, el Banxico debe tener claras sus prioridades.

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