Todos los días tomamos decisiones, y en muchas ocasiones lo hacemos de forma automática para simplificar el proceso. El cerebro recurre a “atajos mentales” o heurísticas que nos permiten actuar sin evaluar toda la información disponible. Aunque estos atajos pueden ser útiles en contextos simples —como elegir entre dormir 10 minutos más o desayunar con calma—, se vuelven perjudiciales cuando nos llevan a decisiones erróneas sin que lo notemos. A esto se le conoce como sesgo cognitivo.
Uno de los sesgos más comunes es el sesgo de anclaje, que ocurre cuando le damos un peso excesivo a la primera información que recibimos, convirtiéndola en una referencia fija. Este sesgo persiste incluso aunque tenemos claro que existe. En términos de ahorro para el retiro, el anclaje puede afectar nuestras decisiones financieras a largo plazo.
Muchas decisiones sobre el retiro se toman con base en ideas o referencias que parecen lógicas en el momento, pero que con el tiempo pueden volverse limitantes. Uno de los ejemplos más comunes es cuando se calcula cuánto se necesitará para vivir en el retiro tomando como base los gastos actuales. Las personas tienden a pensar que, si hoy pueden cubrir sus necesidades con ese ingreso, lo mismo ocurrirá más adelante. Lo que no siempre se toma en cuenta es que con el paso de los años los gastos pueden aumentar, sobre todo en áreas como salud, vivienda o servicios de apoyo. Además, muchas personas aspiran a mantener o incluso mejorar su calidad de vida en el retiro, algo que requiere una planificación más ambiciosa que simplemente replicar el nivel de gasto actual.
Esta situación refleja cómo ciertas referencias iniciales, aunque parezcan razonables, pueden distorsionar la forma en que se planifica el futuro. Por eso, es clave revisar regularmente nuestras proyecciones y ajustar las decisiones a verdaderas necesidades que pueden surgir en cada etapa de la vida.
Sin embargo, estos sesgos no actúan solos. Se combinan con otros, como el sesgo del presente, que nos lleva a privilegiar recompensas inmediatas sobre beneficios a largo plazo. Cuando hay demasiados estímulos en el aquí y ahora, -necesidades, compromisos, gustos-, subestimamos el valor de crear un patrimonio que nos ayude a satisfacer necesidades futuras.
El Índice de Alfabetización Financiera, construido por la Red Internacional de Educación Financiera (INFE por sus siglas en inglés) se compone de tres elementos: conocimientos, comportamientos y actitudes para obtener una calificación global. Este último elemento, el que mide actitudes, capta la preferencia de gastar y ahorrar, y las preferencias relacionadas con el tiempo, es decir, el sesgo del presente.
De acuerdo con el Índice de Alfabetización Financiera para México1 del 2024, las actitudes financieras tienen una calificación de 58 de 100 puntos y esta calificación ha decrecido 7 puntos desde 2018. Este dato es especialmente relevante ya que refleja cómo las personas piensan y sienten en relación con el dinero, lo cual influye en sus decisiones y comportamientos financieros de corto y largo plazo.
Superar los sesgos cognitivos implica un reto psicológico y cultural mayúsculo para las personas, por ello, las administradoras de los fondos para el retiro deben intervenir diseñando esquemas y herramientas de educación financiera que ayuden a cambiar las actitudes y comportamientos no favorables para la creación del patrimonio pensionario, en congruencia con el deber fiduciario que tienen con sus clientes.
Un ejemplo de lo anterior son los simuladores de retiro que permiten hacer una proyección de la pensión que tendría una persona de acuerdo con su trayectoria laboral. Pensemos en alguien de 30 años que, luego de hacer el cálculo, el resultado del simulador le muestra en pesos y centavos el monto de la pensión que tendrá cuando cumpla 60 años. El efecto de este ejercicio debilita el sesgo del presente pues la herramienta trae al aquí y ahora el ingreso económico que tendrá en ese momento, y en la mayoría de los casos esa cantidad representa una fracción de lo que tiene actualmente. Lo más probable es que esta persona, con esta información, opte por hacer ahorro voluntario cuando se percate que su pensión no será suficiente para mantener el nivel de vida necesario.
Estos sesgos y la posibilidad de modificar comportamientos hace necesario el uso de las ciencias del comportamiento para diseñar y comunicar soluciones que favorezcan mejores decisiones para el retiro y permitan comprender y superar los obstáculos que impiden que las personas ahorren lo suficiente para esta etapa de la vida.
1 El índice se incluye como parte de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) levantada por INEGI y la CNBV.