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Los resultados de las elecciones municipales de 2025 en Durango y Veracruz dejaron varias lecciones, pero también una advertencia clara para la oposición: el PRI sigue vivo y sabe operar en esas entidades.
En Durango, uno de los dos únicos estados que el PRI aún gobierna, la coalición PAN‑PRI logró imponerse en 20 de los 39 municipios. Movimiento Ciudadano (MC) dio la sorpresa, arrebatando 3 alcaldías en ese estado y consolidando su presencia a nivel nacional. Morena, por su parte, ganó 16 municipios, evidenciando que la marca ya no basta.
Veracruz fue otra historia interesante. Ahí, el PAN pasó de gobernar 12 municipios a 34, mientras el PRI se quedó con 23 alcaldías. Aunque el PAN obtuvo más votos, el PRI mostró una eficacia quirúrgica en donde más importa: el terreno. Movimiento Ciudadano también brilló: ganó 41 municipios y duplicó su votación respecto a 2021 con más de 572 mil sufragios. Morena y sus aliados, aunque siguen siendo competitivos, perdieron 35 municipios con respecto a su posición anterior.
Pero que no se malinterprete: lo que sorprende no es que MC gane —han encontrado candidatos atractivos, frescos, y cuentan con una narrativa estable—; lo que verdaderamente sorprende es que el PRI esté resistiendo, y lo haga sin un aparato de comunicación institucional fuerte ni una narrativa nacional poderosa.
Mientras muchos partidos se concentraban en diseñar campañas para ganar alcaldías específicas, el PRI se enfocó en sacar votos. No importaba si ganaban o no ciertas plazas, lo esencial era robustecer su presencia en el mapa electoral, y los datos lo confirman. En Durango, por ejemplo, hubo más de 18 mil secciones donde Morena ganó con votaciones similares a procesos anteriores, pero el PRI logró reducir esa ventaja.
Ahí es donde la ciencia de datos se vuelve indispensable: permite detectar esas secciones clave, cruzar participación histórica, identificar zonas con voto duro y anticipar dónde hay estructuras partidistas activas o dormidas. También ayuda a diseñar narrativas precisas para segmentos específicos del electorado y a evaluar, en tiempo real, el impacto territorial de cada campaña.
El PRI, aunque golpeado, entendió que la elección no se trata sólo de posicionamiento mediático, sino de activar a las estructuras, mover el voto duro y garantizar presencia en las urnas
Lo que sigue ahora es crucial: leer con precisión lo que los datos muestran. El INE reportó una participación de menos del 40 % del padrón en ambas entidades. La mayoría de los votantes no salió a votar. Y eso significa que las estructuras siguen siendo el corazón del sistema electoral mexicano. En ese ecosistema, quien sabe operar, gana.
Las elecciones de 2025 fueron un laboratorio: mostraron que ni la narrativa es suficiente sin estructura, ni la estructura se sostiene sin operación de tierra. Movimiento Ciudadano entendió lo primero. El PRI, lo segundo.