La intención de imponer un arancel a los envíos de dinero (remesas) de nuestros paisanos que viven en Estados Unidos a sus familiares en México, es un acto de que atenta contra los derechos humanos y la economía de miles de familias en nuestro país.
Esa iniciativa del presidente del país vecino, Donald Trump, que en gran medida sostiene la economía estadounidense gracias al trabajo de millones de hermanos latinos, es la muestra más clara de que el capitalismo voraz y depredador de nuestros tiempos, ese del que algunos no quieren hablar, no tiene límites ni rostro humano. El abuso, la explotación y el despojo en su máxima expresión.
El efecto de esta medida sería inmediato y afectaría a miles de familias oaxaqueñas que dejaría de recibir, según estimaciones del Banco de México, más de $120 millones de dólares (MDD), que es lo que representa el 3.5% del impuesto en cuestión, si consideramos que en 2024 en Oaxaca se recibieron $3,434 MDD por concepto de remesas. Esta cifra sería más alta si tomamos en cuenta que las remesas en el estado han tenido un crecimiento sostenido en los últimos años, pues de 2023 a 2024 el aumento fue superior al 6% y durante el primer trimestre de 2025 el aumento supera el 10% en comparación con el mismo periodo de 2024, de acuerdo con datos de Banxico.
Esta medida es por demás abusiva si consideramos que este dinero es producto de su trabajo y del que tienen derecho a gozar íntegramente; atenta también contra los acuerdos comerciales entre los dos países y a la lógica internacional de ayuda mutua; pero, sobre todo, es un acto arbitrario de un personaje insensible, que no entiende el papel de la comunidad latina en la economía de su país.
No es sorprendente la postura y las pretensiones del presidente Trump, quien desde siempre ha mostrado su animadversión contra los latinos. Pero más allá del personaje, lo que devela esta iniciativa son las ideas del pasado que regresan con fuerza, echando para atrás las conquistas que la humanidad había logrado en defensa de los derechos y la dignidad humana, contra principios tan importantes como la justicia, la solidaridad y la igualdad.
Por eso, es muy importante levantar la voz y mostrar todo el apoyo a nuestra presidenta, la Dra. Claudia Sheinbaum, para defender juntos a nuestros hermanos que trabajan del otro lado, que lo único que buscan es su bienestar y el de su familia, cuyo pecado es buscar una oportunidad para cumplir el sueño de vivir mejor. Es momento de defender la voz para defender lo que tantos años de lucha les han costado a miles de personas en todo el mundo para acabar con la injusticia, la pobreza y la discriminación que aún prevalece en el mundo.
