Colaborador Invitado

Aun en la confrontación y la polarización, el debate político fortalece la vida democrática

La gente se ve obligada, como defensa subconsciente, a adoptar el juego de las máscaras, la simulación y el sincretismo político.

El comportamiento de los individuos ante la política y el poder es un reflejo de su condición humana y de la sociedad donde se desenvuelven. Las y los mexicanos no confían en los políticos. A pulso se han ganado su fama. Por esta razón, la gente se ve obligada, como defensa subconsciente, a adoptar el juego de las máscaras, la simulación y el sincretismo político.

Ha tiempo, se rompió la correa transmisora entre el poder y la sociedad. Años, décadas y siglos de falta de compromiso de los políticos con su pueblo. Luces y sombras, muy pocas luces alumbrando el camino en la oscuridad de un pueblo que merece mejor destino. Muy pocos Juárez, muy pocos Cárdenas en la trascendencia histórica. La gran mayoría, olvidados de la memoria colectiva.

Por esta razón, están a la vista la negación, la falta de participación y el desinterés popular por los asuntos públicos. Es una realidad y una costumbre cotidiana. Además, la ausencia de resultados y la corrupción han alimentado el encono y la molestia social. El reciente conflicto entre el expresidente Zedillo y la presidenta Sheinbaum deja algunas lecturas y enseñanzas políticas.

Aun en la confrontación y la polarización, el debate político hubiera fortalecido la vida democrática del país. Se perdió la oportunidad de ventilar el libre juego de las ideas y la discusión y análisis de los problemas nacionales. Que todas y todos se sientan dueños de su libre albedrío es una exigencia de la democracia.

En este affair político, la respuesta oficial fue de enojo, confrontación y desproporcionada. A Zedillo se le abrieron las puertas para entrar a un diálogo circular y arremeter contra el actual y el pasado gobierno.

Increíble: de la oscuridad a la luz. De la tenue neblina al sol de la mañana, del espacio reducido de lectores de la revista Letras Libres y del círculo rojo al estruendo de los medios de comunicación. Los periódicos nacionales y las cadenas de televisión dieron cuenta de este asunto político.

Para rematar con broche de oro, en la mañanera del pueblo se le encargó a Pablo Gómez, en su carácter de titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda, la encomienda de enjuiciar a Zedillo. Sin duda, no fue lo adecuado utilizar un instrumento de poder gubernamental.

Entre las experiencias políticas derivadas del conflicto nos encontramos con que a Zedillo lo dejaron solo, a pesar de que garantizó la transición democrática y la alternancia del poder y de que hizo posible el rescate de los banqueros y empresarios a través del Fobaproa. El silencio de los beneficiados fue proverbial, brillaron por su ausencia. «El silencio de los inocentes», siempre alineados con el poder.

Finalmente, otra lección práctica: la humedad se combate con ventilación y luz ardiente del sol. El éxito o fracaso de las acciones de gobierno tarde o temprano se transparentan y rinden cuentas, es cuestión de tiempo. Zedillo hoy, después de 25 años. «A cada capillita le llega su fiestecita».

En mi opinión, la presidenta Sheinbaum debería estar por encima de estos litigios y llamar a la unidad nacional para sumar esfuerzos y trabajos en bien de la República. En la arena de Trump tiene suficiente ring para el combate.

Roberto  Albores Guillén

Roberto Albores Guillén

Exgobernador de Chiapas

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