Colaborador Invitado

Tres lecciones de la tormenta arancelaria de Trump

La devoción de Trump por los aranceles no era ningún secreto, y esto incluye a los aplicados a México y Canadá al poco tiempo de iniciar su mandato.

Fundador, presidente ejecutivo y codirector de inversiones de Fisher Investments.

La vorágine provocada por la política comercial de Donald Trump ha superado con creces las expectativas generales (incluidas las mías, como comenté en la columna de marzo) y la inquietud se ha apoderado de la renta variable mundial. ¿Qué pasará a partir de ahora? Ni siquiera Trump lo sabe.

No obstante, de los disparatados eventos de abril se pueden extraer valiosas lecciones: basarse en factores ampliamente conocidos para intentar predecir los movimientos del mercado es una insensatez. Al igual que vender cuando cunde el pánico. También que los aranceles de Trump son negativos, sobre todo para Estados Unidos. En todo caso, el miedo se ha exacerbado tanto que está abonando el terreno para una recuperación mayor de lo esperado. Veamos por qué.

Como dije en marzo, los mercados descuentan las previsiones generales. La devoción de Trump por los aranceles no era ningún secreto, y esto incluye a los aplicados a México y Canadá al poco tiempo de iniciar su mandato. Ahora bien, el gravamen universal del 10% anunciado el 2 de abril y los aranceles “recíprocos” superaron con creces cualquier expectativa. En consecuencia, la incertidumbre se disparó y la renta variable mundial se desplomó a causa de la sorpresa negativa.

A fin de cuentas, ningún mercado puede anticipar una sorpresa tan absurda y de tal magnitud. Un buen ejemplo serían los aranceles “recíprocos”, que actualmente se han pausado. México se libró de ellos, si bien ya hacía frente a aranceles del 25% al margen del T-MEC. Para otros, en cambio, el golpe fue tremendo. Según Trump, esos aranceles se correspondían con lo que otros países imponían a Estados Unidos. Pero este argumento no se sostiene porque el arancel medio de la Unión Europea es del 2.17% y se le ha impuesto un 20%. En el caso de Vietnam, es del 5.11% y Trump lo ha subido al 46%.

Asimismo, los porcentajes tampoco tienen nada que ver con restricciones no arancelarias. La “reciprocidad” se basa simplemente en el déficit comercial con cada uno de los países, que supuestamente estarían “engañando” a los Estados Unidos. Además de ilógico, resulta incomprensible, dado que su gravamen universal afecta a países con los que mantiene un superávit comercial.

Por otra parte, las balanzas comerciales nunca predicen, por sí solas, los buenos resultados económicos. Es el caso, por ejemplo, de Francia y Alemania, cada uno el principal socio comercial del otro. Desde 2008, Francia ha registrado déficits comerciales anuales, mientras que Alemania, superávits. Pese a ello, a la economía francesa le ha ido algo mejor. Esto no implica, por supuesto, que los superávits sean negativos, sino que las balanzas comerciales, por sí solas, no revelan nada de la situación económica, presente o futura, de un país.

Para el 9 de abril, Trump nos tenía reservada otra sorpresa: suspendió los aranceles “recíprocos” durante 90 días a todos los países menos a China, a la que impuso un castigo adicional. El aplazamiento se debió a que, según el presidente estadounidense, más de 75 países habían solicitado negociar. Los mercados se dispararon.

Aun así, la estrategia errática de Trump provoca inseguridad, y el más afectado es Estados Unidos. De ahí que este año, hasta el 6 de mayo, fuera de Estados Unidos las acciones subieran un 4.0% y la bolsa estadounidense cediera un 9.6%. A México le fue muy bien (15.8%), mientras que Canadá permaneció plana y China avanzó un 6.7%. Al final, el peor parado de la guerra arancelaria ha sido el que la inició.

En adelante, aunque vuelvan a entrar en vigor los aranceles, su efecto será menor de lo que se teme. ¿Por qué? Porque no hay sistemas ni personal suficientes para gestionarlos. El departamento estadounidense de recaudación de aranceles solo dispone de 2,500 empleados para vigilar más de 200 puntos de entrada con tecnología desfasada y procedimientos que se pueden evitar con facilidad. Por eso, lo cobrado en abril quedó muy lejos de las estimaciones. De hecho, México y Canadá no tardarán en revelarse como vías comerciales con bajos aranceles para los transportistas.

Por otro lado, también se deben tener en cuenta los obstáculos legales. Los aranceles universales no se corresponden con la situación de “emergencia” que defiende Trump, por lo que ya hay demandas en marcha. Claro está, también es posible que se alcancen acuerdos para reducir las barreras comerciales, con el potencial alcista que eso supondría. O que otros países, además de China, adopten represalias, pero no parece probable. Incluso la propia China podría abandonarlas.

Entonces, ¿qué se debe hacer ahora? Pregúntese si sabe algo sobre los aranceles de Trump que los demás ignoran. Es complicado teniendo en cuenta que, con tanta atención mediática, prácticamente no queda ningún factor por descontar en las cotizaciones. Lo más sensato es ser paciente y esperar su recompensa.

Ken Fisher

Ken Fisher

Fundador, presidente ejecutivo y codirector de inversiones de Fisher Investments

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