Colaborador Invitado

La cama ausente del IMSS: última pieza de una trilogía estructural

El IMSS requería al menos 21,000 camas adicionales (equivalente a la construcción de 80 hospitales de 260 camas).

Esta es la tercera vértebra de una columna que necesita erguirse. Si el IMSS quiere seguir siendo la espina dorsal del sistema de salud en México, debe empezar por sanar su estructura más olvidada: la cama hospitalaria.

La salud pública debe edificarse paso a paso. Se construye —literalmente— ladrillo a ladrillo, cama a cama. En esta tercera entrega, como en las dos anteriores, abordo con evidencia objetiva y honestidad analítica tres problemas estructurales profundos del IMSS obligatorio (ordinario): la fábrica de producción sin calidad, el déficit oculto de médicos especialistas y, hoy, el rezago histórico en camas hospitalarias.

La narrativa oficial ha tratado de compensar este último tema con anuncios recientes de nuevos hospitales. El pasado 28 de marzo, en la conferencia mañanera, el director del IMSS anunció con entusiasmo la construcción de siete nuevos hospitales en el régimen obligatorio, que aportarán 1,378 camas nuevas al sistema. Estas se sumarán a las 1,387 camas en 14 hospitales que se construyeron entre 2018 y 2024, para un total de 2,765 camas censables nuevas. Sin duda, un esfuerzo digno de reconocerse.

Sin embargo, el problema es más profundo. De acuerdo con el Programa Institucional del IMSS 2020–2024, para alcanzar el estándar mínimo de 1 cama por cada 1,000 derechohabientes adscritos a una Unidad de Medicina Familiar (DH/UMF) —un parámetro modesto frente al promedio de 4.7 camas en países de la OCDE— el IMSS requería al menos 21,000 camas adicionales (equivalente a la construcción de 80 hospitales de 260 camas). En 2018, la institución contaba con un índice de apenas 0.68 camas por cada 1,000 DH/UMF.

El cálculo actualizado, con base en la población adscrita a una UMF en 2023 —que asciende a 62,643,876 personas— revela que, tras incorporar las camas construidas y prometidas, el IMSS alcanzaría un índice de 0.72 camas por cada 1,000 DH/UMF. Lejos de la meta mínima, y del promedio internacional. El déficit estructural se cubrirá apenas en 13.1%.

¿Por qué esto importa? Porque la cama es la metáfora más real de la insuficiencia institucional. Sin cama no hay hospitalización; sin hospitalización, no hay cirugía ni tratamiento médico; y sin ellos, no hay oportunidad para atender a los pacientes. Las camas censables son la unidad básica de la atención hospitalaria resolutiva. No importa cuántos médicos contratemos o cuántos quirófanos construyamos si no existe un recurso físico para ingresar a los pacientes.

Este rezago —que hay que reconocer, no inició con los gobiernos de la Cuarta Transformación— es un problema histórico, producto de una estrategia de salud pública que durante años desfinanció la expansión física del Seguro Social. Por eso, aunque celebramos la construcción de cada hospital nuevo, no podemos dejar de analizar que cualquier esfuerzo que no vaya acompañado de otras acciones o estrategias de política pública será insuficiente para corregir este déficit estructural.

La crisis de camas no es una excepción: es el síntoma de un sistema que ha sido rebasado en su diseño operativo, debilitado en su planificación y atrapado en una lógica de producción numérica. La solución requiere una visión estructural, y esa visión está siendo elaborada con solidez y rigor científico en el documento “IMSS-Ordinario: Problemas y Soluciones”, desarrollado por un equipo de especialistas con enfoque técnico-académico.

A partir de ese documento, se vislumbran propuestas integrales para transformar el régimen obligatorio del IMSS y su deficitario Seguro de Enfermedad y Maternidad (SEM).

Los diez ejes propositivos son:

  1. Reforma financiera del Sistema de Salud y Seguridad Social.
  2. Refinanciamiento del Seguro de Enfermedad y Maternidad.
  3. Planificación estratégica de recursos humanos.
  4. Plan maestro de infraestructura y tecnología médica.
  5. Reingeniería de procesos clínicos.
  6. Rediseño del modelo de atención con enfoque en calidad y resultados sociales.
  7. Calidad en la atención médica.
  8. Abasto de medicamentos e insumos médicos.
  9. Centro Coordinador de la Atención Médica (gestión de listas de espera)
  10. Gestión del talento directivo.

Estas propuestas no son ideas abstractas. Son viables, necesarias y urgentes. Su implementación requiere voluntad política, liderazgo técnico-científico y, sobre todo, una transformación ética del sistema. Elementos que, cabe destacar, la presidenta Claudia Sheinbaum ha colocado como ejes prioritarios de su visión de Estado social.

La salud pública no debe ser rehén del discurso ni de la simulación. Debe ser ejemplo de congruencia. Y si la promesa es no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México, entonces ¿por qué mentir con cifras maquilladas?

Esta trilogía cierra con una convicción profunda: el IMSS puede y debe ser la columna vertebral del Estado social mexicano, pero para ello debe reconstruir sus vértebras rotas. Camas, personal de salud y modelo de atención. Porque sólo cuando esas tres piezas se alineen, el sistema podrá ponerse de pie.

Juan Manuel Lira

Juan Manuel Lira

Médico especialista y analista en salud

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