Colaborador Invitado

La sacudida política de Colombia, espejo retrovisor de México

Donald Trump dobló al presidente colombiano Gustavo Petro al demostrar, en los hechos, que sus amenazas son auténticas.

La política es un arte y una profesión. Obedece a normas precisas y a rigurosos principios de comportamiento en el ejercicio del poder. La fuerza mal aplicada es inseguridad manifiesta. El griterío aturde, intimida y atemoriza, pero no resuelve y menos garantiza ganar la batalla. En ocasiones, la aparente debilidad se convierte en fortaleza indestructible.

El presidente Trump no está respetando principios elementales y normas de la política. Está actuando de forma unilateral, deportando indocumentados sin previo acuerdo, provocando confrontaciones innecesarias. Enviar deportadas y deportados con grilletes en manos y pies a Brasil y Colombia es una violación flagrante de los derechos humanos y, ante la opinión pública internacional, un evidente atropello. Trump tiene derecho a deportarlos, pero con respeto a su dignidad.

El presidente colombiano, amparado en esta sinrazón, se negó a recibir a sus conciudadanos en estas condiciones y, llevado por su ideología de izquierda y vocación guerrillera, aprovechó el momento para exhibir la insensibilidad del mandatario estadounidense, prohibiendo el aterrizaje de los aviones militares. Asumiéndose como el último coronel Aureliano Buendía, de Cien años de soledad, le lanzó una catilinaria y, arropándose con la bandera colombiana, lo desafió y le anunció su determinación de morir como Allende, en defensa de su país.

La Oficina Oval de la Casa Blanca se incendió. Trump no daba crédito al desafío, montó en cólera y anunció aranceles de 25 por ciento a todos los productos colombianos de importación, así como la cancelación de visas a los funcionarios colombianos y sus familiares. Ante la amenaza, Petro anunció el mismo aumento de aranceles a los productos estadounidenses. Más tarde, se echó atrás la medida, diciendo que Petro ya había aceptado recibir a sus deportados. No se aclaró si iban esposados o no.

Trump dobló al presidente colombiano al demostrar, en los hechos, que sus amenazas son auténticas. Que va en serio su política de restablecer el respeto hacia su país y devolverle la grandeza a Estados Unidos.

La confrontación entre el presidente Trump y el presidente Petro es el espejo retrovisor para vernos y contemplar esta evidente y nueva realidad. El gobierno del vecino del norte va con todo y concretará muchas de sus promesas y amenazas.

Ante estos acontecimientos, el gobierno de México debe fortalecer su ánimo y exponer sus argumentos más sólidos en la mesa de negociaciones a través de sus mejores especialistas y profesionales, exhibiendo con inteligencia las fortalezas de nuestro país, entre otras, el ser su principal socio comercial. 500 mil millones de dólares nos convierten en un jugador especial y en un aliado estratégico para Estados Unidos.

La presidenta Sheinbaum, dentro de la complejidad de los problemas por negociar, no debe aceptar el ‘Quédate en México’, pues marcaría su gobierno. De hecho, ya inició la diáspora al enviar el gobierno del vecino del norte indocumentados a Colombia y Brasil. También se comenta que Marco Rubio visitará Guatemala, El Salvador y Panamá para acordar que esos países reciban a los indocumentados de Venezuela.

Hoy por hoy, y por lo sucedido con Colombia, la estrategia de la presidenta Sheinbaum ha sido exitosa. Por su temperamento, carácter y experiencia política está demostrando estar a la altura de las circunstancias. Ojalá así sea, por el bien de México.

Roberto  Albores Guillén

Roberto Albores Guillén

Exgobernador de Chiapas

COLUMNAS ANTERIORES

Treinta años conectando oportunidades con inversión
Evento Sputnik

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.