Algunos paisajes y algunos sueños permanecen en la memoria difusos e imprecisos, pues en recuerdo escapa a la forma de una imagen bien definida, no obstante, en el espíritu pervive nítido su efecto como la impresión profunda de una experiencia relevante.
Hay obras pictóricas de Alice Rahon (1904-1987) que son como esas impresiones, sobre todo sus paisajes, cuyos colores, movimientos y figuras recuerdan a los que habitan la memoria de forma difusa, pero impregnados de símbolos y de un poder que nos aprehende, basta dejarse llevar al ritmo de los esgrafiados de su cuadro El viento (1954) o, en El trigal (1966), dejarse abarcar por su extensión física y la plenitud de sus campos, representados con un mínimo de recursos -puntos y color-, toda una experiencia sensorial y estética.
La artista francesa Alice Rahon llegó a México en 1939 por invitación de Frida Kahlo, luego de conocerse en París un año antes. Hasta entonces, Alice de 34 años, escribía poesía, ella y su pareja, el pintor austriaco y coleccionista de arte Wolfgang Paleen, se vinculaban al movimiento surrealista. En México, ambos se integraron al grupo de exiliados europeos, entre quienes se hallaban Leonora Carrington y Remedios Varo; aquí Alice comenzó a pintar acompañada de aquellas amistades e influenciada principalmente por el arte rupestre de Altamira y los paisajes y arte precolombino de América.
Ya como pintora, Rahon continuó dentro del surrealismo, sin embargo, se distinguió de sus colegas: “está muy preocupada e interesada en trabajar una línea de surrealismo que se expresa a través de la abstracción o de la no figuración, un surrealismo que tiene que ver más con abstracción y mucha experimentación plástica”, explica Daniel Garza Usabiaga, curador de Impresiones, exposición que revisa la obra de Alice Rahon a través de más de 100 piezas que muestran su arte e influencias.
En Impresiones se aprecian paisajes emblemáticos como El trigal, pero también obras destacadas de otros temas en diversas técnicas que Alice exploró desde ese surrealismo más abstracto: animales, sueños, mitologías, fiestas populares y medio ambiente, entre otros. El recorrido también nos revela su poesía, ideas, experiencias y memorias, por medio de audios con lectura de poemas y fragmentos de entrevistas a la artista, gracias a lo cual se conoce más de esta relevante figura: “Junto con Paleen y otros artistas, fueron definitivamente los referentes para una generación más joven de artistas, entre los que se encontraban en un primer momento Gunther Gerzso, pero luego también artistas como Lilia Carrillo o Manuel Felguérez, ellos son la referencia para todos estos artistas que posteriormente se van a dedicar de lleno al arte abstracto”.
Abierta al público hasta el 8 de abril en el Museo Kaluz, Impresiones es sin duda una gran experiencia estética para iniciar el 2024.